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Crítica de arte

Autorretrato de Xan Medina

Autorretrato de Xan Medina

"Uno con H es un autorretrato de lo que soy, de dónde vengo y lo vulnerable de mi camino como ser humano en lo efímero de esta vida, un renacer en una casualidad. Si tuviera que definir mi exposición con alguna palabra, lo definiría como transformación". Así se expresa Xan Medina, nacido en Doñana (1965) junto al parque del mismo nombre. Lo de "Uno con H" se refiere a preguntas sobre ortografía de amigos o familiares que no habían ido a la escuela. Tampoco fue a la escuela Xan Medina de niño, pues anduvo correteando por el parque de Doñana y viviendo en plena naturaleza. La berrea de los corzos, el pensamiento de cómo me sentarían a mí esos cuernos ramificados, la observación de las libélulas y otros insectos, es algo tantas veces vivido y soñado de niño, que ahora sale a la luz en sus obras. Como aflora el recuerdo de su hermana, que murió a los doce o trece años de una enfermedad rara cuya esperanza de vida estaba entre los doce y los quince años.

A los 13 años marchó de casa a buscarse la vida y cayó en medio de la movida madrileña. Se hizo músico y tocó junto a Loquillo y otros artistas de la época. Más adelante dedicó cinco años a recorrer el mundo: Asia, Australia, América? Una vida intensa y ajetreada que merece gran respeto.

Ahora vive en Berlín, es padre de dos niñas, y le deseamos éxito en su trabajo, además de una vida familiar alegre y gozosa, la que no tuvo de niño.

El visitante podrá ver en ATM Contemporary dieciséis obras de Xan Medina, incluyendo cuatro en vitrinas y una pequeña calavera que no está a la venta. Estamos hablando de obras de técnica mixta, cuyo componente fundamental es la tinta Parker, similar a la tinta china pero degradable mediante lejía tratada con productos químicos que impidan la corrosión del papel de alto gramaje que el artista utiliza como soporte y compra en Berlín en grandes rollos de tamaño industrial. El resultado va del color negro al malva. Si hay otros colores a veces emplea Xan Medina acuarela y otras veces tintas.

En una de las vitrinas se exhibe una obra inacabada, para que el visitante pueda apreciar el proceso de creación del artista: primero dibuja levemente al carboncillo sobre el papel grueso y después aplica toques de tinta Parker con lejía, sin seguir un dibujo de línea continua. Formas y volúmenes se consiguen mediante manchas más o menos oscuras que discurren sobre el soporte de manera discontinua y en curvaturas al claroscuro. Al final se completará la obra con otros colores, si son requeridos. El excelente dibujo de Xan Medina se aprecia muy bien en los atrevidos escorzos, que de por sí resultan difíciles de resolver.

Alguna de estas obras pertenece a la serie "Desmontando a Peter Pan" y vienen a decir que ese niño que vuela y nunca crece, ese niño creado por James M. Barrie en la Inglaterra de 1904, líder de los Niños Perdidos en el País de Nunca Jamás, sobre quien se han hecho tantas versiones y películas a lo largo del siglo XX, es una fantasía para niños bien alimentados, que duermen en camas calentitas bajo el cuidado de familias con posibles.

De modo que la calavera, convertida en la sociedad de consumo en icono corriente que aparece en bolsos bien caros y otros complementos o prendas de vestir y calzar, no es algo que proclame el alargamiento de la vida humana plena mediante nuevos tratamientos científicos de la Medicina, sino todo lo contrario. Estamos ante un humilde "memento mori" -acuérdate que has de morir-, propio de los ermitaños y ascetas de otros tiempos. Es el sentido efímero de la vida que absorbió en su niñez Xan Medina. Calaveras debían presidir las mesas y despachos de los corruptos.

Otra obra interesante es el hombre colgado que recuerda "los desastres de la guerra", de Goya, aunque esta vez se inscribe en el marco de un mundo globalizado, como expresan las figuras al lado del árbol del ahorcado. O el niño por nacer tomado de una imagen uterina.

Tal es esta autobiografía de Xan Medina, que se conoce a sí mismo tan bien como a los animales que retrata, como el perro -siempre noble-, el corzo -siempre elegante-, el lobo suave y taimado, y la libélula que provoca ciertas inquietudes.

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