Bullía el público gijonés por las calles de Cimadevilla tratando de asistir a los distintos itinerarios de los pasos de la solemne procesión del Encuentro Camino del Calvario, celebrada en la tarde de ayer. Al reunirse las imágenes en la plaza del Marqués, la multitud saturó el espacio; no cabía ni un alma más en los aledaños del Muelle. El desfile se había iniciado a las ocho, encabezado por la cofradía de la Santa Vera Cruz. La banda de música del Santísimo Cristo de la Piedad de Oviedo, en formación frente a la iglesia de San Pedro hizo sonar el clarín. Tres policías nacionales en uniforme de gala precedían al paso de Jesús Nazareno, acompañado por los acordes la Marcha Real. Entre flores rojas, iba sobre los hombros de 16 penitentes de la Santa Vera Cruz, que para mayor alivio han sustituido sus capas por un fajín dorado. Al iniciar su marcha hacia el Campo Valdés le seguían el párroco del Espíritu Santo, Luis López Menéndez y el pregonero de esta Semana Santa, Paulino Tuñón Blanco.

Quince minutos más tarde la imagen de la Verónica, portada por mujeres de la Santa Vera Cruz salía de la capilla de la Virgen de la Soledad e iniciaba su descenso hacia el Muelle, mientras en el interior de la iglesia de San Pedro, los hermanos mayores de la Santa Misericordia procedían a la entrega de medallas a los nuevos cofrades ante las imágenes de la Virgen Dolorosa y San Juan Evangelista . El maestro de ceremonias, José Juliana Martín, leyó el evangelio de San Mateo en el que Jesús dice, "el que quiera seguirme que cargue su cruz...", y posteriormente fueron nominados, Montse Álvarez, Sofía Alperi, los niños Alfredo Cosío y Juan Camilo, Ana González, Javier Llaneza, Pablo Pérez, Juan Carlos Vallina, y las niñas Lucía y Sara Román. Una vez colgado el emblema del cuello de cada uno, la banda Unión Musical del Principado que dirige Jesús Alberto Alonso, entonó el toque de oración por los caídos. Lo hicieron tan primorosamente que el instante se llenó de belleza. Esta banda iba a estrenar durante el recorrido la partitura titulada "Semana Santa de Gijón".

A las ocho y media, antes de que la cofradía de la Santa Misericordia iniciara el desfile de la Virgen Dolorosa, el hermano mayor, Ignacio Alvargonzález leyó una preciosa poesía a la Virgen, "...capitana de la angustia / no quiero que sufras tanto...". Sonó el Himno Nacional. Profusión de flores blancas, manto de terciopelo azul, la espada del dolor atravesando su pecho... Avanzó por el Campo Valdés, por la plaza del Ayuntamiento... La seguía San Juan Evangelista portado por siete cofrades del Santo Sepulcro.

El momento cumbre se acercaba... Jesús Nazareno, desde los Jardines de la Reina vio venir a la Verónica que enjugó su rostro dolorido. Nubes recortadas de rojo encendían la escena del encuentro ante el palacio de Revillagigedo. Aquél en que al fin se ponían frente a frente Jesús cargado con su cruz, y su madre. Es difícil sustraerse al hondo significado de sus emociones, de su pena. Una madre que asiste a la muerte injusta de su hijo... No cabe mayor dolor. Así lo puso de relieve el párroco del Espíritu Santo, Luis López Menéndez, que se refirió al ejemplo de fe de María y a la seguridad de que Jesús ha de acompañarnos siempre, saliendo al encuentro de todas las personas que sufren. "En estos tiempos tan difíciles es cuando tiene mayor importancia la solidaridad".