En la confitería de Covadonga De Pedro, se juega al Candy Crush en unas pantallas de iPhone que pesan más de un kilo. Y las chucherías con las que se forman filas y columnas, tan características del videojuego al que está enganchada media España, huelen de verdad a chocolate y saben a fruta. Con esta partida, De Pedro compite por el premio al Mejor Bollo de Pascua, que se convoca por primera vez en la ciudad como reclamo adicional de la Semana Santa gijonesa.

"De mano hice 16 bollos del Candy Crush y los agoté antes de Ramos. Eso que es de los caros. Pero vale para ahijados de todas las generaciones", explica Covadonga De Pedro, de la confitería San Antonio. Su negocio de El Llano recrea estos días con figuras de chocolate la película de Disney "Frozen". Estampa con la que participa en otro concurso, el de escaparates-de votación popular a través de Facebook-, y que tiene como protagonista a un muñeco de nieve de 1,40 metros.

Otras muchas confiterías de la ciudad se vuelcan estos días con una tradición que, según lamenta Rosa Vílchez, "ha ido quedando estancada". Ella, propietaria de la pastelería Biarritz, apuesta este año por moldes de temática tan autóctona como el propio bollo de Pascua. Desde el logotipo "Asturias, paraíso natural", con su paisaje montañoso visto desde los arcos prerrománicos de Santa María del Naranco, hasta un Naranjo de Bulnes de más de dos kilos de chocolote.

Vílchez aplaude que desde el Ayuntamiento se pongan en marcha iniciativas para impulsar la costumbre del "bollu", que hace de la Semana Santa una de las fechas de mayor actividad para las confiterías junto con las Navidades. Pero considera que hace falta una mayor y mejor difusión, para que el premio al Mejor Bollo de Pascua y el Concurso de Escaparates calen dentro y fuera de la ciudad.

"Si no fuera por el periódico, nadie sabe que se organizan estas cosas. Quizá deberían darse una vuelta por Barcelona, para que sepan lo bien que funciona allí el tema de las monas", sugiere Rosa Vílchez, que se resiste a que "nuestro bollu entre en decadencia absoluta" y todavía sigue haciendo los formatos clásicos de bizcocho, con sus plumas, sus obleas, su merengue y sus figuras de chocolate a la carta. Es lo que en las cuencas mineras se denomina "pegarata". Y los clientes que más las demandan son, precisamente, de Mieres y Langreo.

Además de San Antonio y Biarritz, en los concursos organizados por Gijón Turismo participan La Casa de Chocolote, La Fe, Aliter Dulcia, La Real, Gancedo, Danas, Olai y Chokoreto, cuya propietaria ha creado una imponente hembra de hipopótamo con pose de bailarina. Ana Belén Fernández incluso la ha vestido con tutú de gasa rosa y zapatillas de raso, de las que ha hecho réplicas en miniatura para venderlas como figuras individuales.

"A ver si conseguimos que el bollo remonte, porque las nuevas generaciones de padrinos ya van cogiendo otras costumbres. Ahora se compran figuras más chiquitinas para complementarlas con un regalo", apunta. O directamente se opta por obsequiar a los ahijados con tecnología o ropa. En su negocio se han vendido bollos desde 4,5 euros a 80. También se han interesado por su enorme bailarina, pero, de momento, no tiene precio.

Hay pastelerías de la ciudad que llegan a comercializar más de 300 bollos. Aun así, en el sector se tiene la sensación de que se podría hacer más a nivel institucional: "Tenemos gente de fuera, pero no saben por qué las pastelerías están llenas de chocolates. Hay que darle publicidad, promoverlo turísticamente".