Cuentan las crónicas de la época que la reina Isabel II llegó en el año 1861 a Santander con el propósito de tomar baños de ola. Una modalidad de paseo por la orilla del mar, justo donde rompen las aguas, que ya a finales del siglo XIX y principios del XX era recomendada por los médicos como un buen bálsamo para numerosas dolencias. Dos siglos más tarde, un grupo de mujeres de La Corredoria ha tomado el relevo de aquellas históricas citas junto al mar, en las que también alcanzó notoriedad la playa de San Sebastián. La ovetense Asociación Libre de Mujeres lleva ya 20 años repitiendo aquellos célebres baños, y ayer, primero de septiembre, dieron por inaugurada la temporada en la playa de San Lorenzo, como se hacía antaño al finalizar agosto.

"La tradición manda que sean nueve días los que se tomen los baños, aunque nosotras sólo hacemos cinco, cada uno en playas diferentes", relataba ayer Laura Nieto, presidenta de la asociación, ante la mirada curiosa de más de un bañista gijonés. Porque ellas, como hicieran los fieles de estos baños a principios del siglo pasado, se bañan "tapadas, con pantalón por encima del tobillo, camiseta, gorrito y sombrilla".

Una tradición, la de tomar el baño con los trajes de época, que retomaron hace seis años porque "hacemos el vestuario en nuestros talleres de vainica, y así damos a conocer los baños de ola como eran hace décadas", explicaba por su parte Tere Ruiz, tesorera de la entidad. Ayer, 27 mujeres desembarcaron en la arena vestidas de azul y blanco, con la intención de pasar una tarde entretenida y "sobre todo de pasear por la orilla, porque es muy bueno para la circulación, el agua tiene sal y yodo y estimula las piernas y el sol y el aire del mar son muy buenos para todo", aseveraba Josefina Ardura, que acude a los baños de ola "todos los años".

Además de las propiedades que ya enunciaban los médicos el siglo pasado, los baños se han convertido también para estas mujeres en "una forma de salir y distraerse, hay gente que si no fuera por esto no iría a la playa, no saldría de su casa. Nosotras les damos la oportunidad de salir cinco días seguidos, y con el autobús al lado de la playa", señala Laura Nieto. Es el caso de "una de nuestras socias que tiene 84 años y no ha podido venir porque su marido está enfermo, pero nunca se lo pierde".

Hoy estarán en Luanco, y después en Candás y Rodiles, y además de pasear por la playa "llevamos el bañador debajo y también nos damos un chapuzón", relataban, antes de "comer un buen chocolate con churros, que no puede faltar". Como colofón a la edición del 20 aniversario disfrutarán de un gran pincheo a finales de semana en un lugar que "aún está por decidir", y para los baños del año que viene expresan un deseo: "que las tradiciones no se pierdan, porque a la gente más joven le cuesta implicarse en este tipo de cosas".

Ayer las acompañaban tres niños de corta edad, nietos o sobrinos de las asistentes, y el año pasado hasta contaron con la presencia de un hombre que se animó a meterse en el agua rodeado de féminas. "Es una buena terapia: sales, tomas el aire, te bañas y también pierdes la vergüenza y los complejos, con estos trajes que llevamos".