En el Parque de Isabel la Católica, sólidamente erguido en una zona umbrosa reservada entre la amplia avenida de acceso y los jardines con la estatua de la reina, nos espera el monolito de la Plegaria del Árbol con su oración laica inscrita en azulejos cerámicos: "Tú que levantas contra mi tu brazo armado, antes de hacerme mal ¡Reflexiona! / Dios me ayuda a crecer sin molestarte, soy la sombra amiga que te proteje (sic) del sol. Mis flores y frutos sirven a tu recreo..." Así comienza. Y concluye: "¡Tengo horror al fuego! Soy tu más fiel y mejor amigo. Si me amas como merezco ¡Defiéndeme!".

Es exigible que las obras de reforma del parque, con inicio programado para el otoño, respeten uno de los primeros manifiestos proteccionistas de nuestro tiempo, detrás de cuya instalación hay una pequeña historia; como hay algunos interrogantes en torno a ella.

No se trata de un caso aislado, sino que composiciones semejantes se hallan esparcidas por variados rincones de España, especialmente en parques y jardines públicos. Sobre túmulos terreros, en paredes o en monolitos, con pintura, grabado o azulejos, los encontramos al menos en Cáceres, Lugo, Plasencia, Salamanca, Segorbe, Sevilla, Torrevieja, Vilassar de Mar... Nos hace pensar en una onda expansiva de un texto que sufre mutaciones según los lugares, pero fiel a un mensaje básico de respeto y uso razonable de la naturaleza. ¿A quién debemos estas palabras? Sería interesante investigarlo, partiendo del posible origen en un poema de Tagore. ¿Época en la que se difundieron? He aquí otro punto de investigación.

En cuanto a la plegaria de Gijón -o mejor, plegarias, ¡pues existen tres!- sí contamos con algunas certezas, a partir de los datos aportados por los estudiosos locales y por el Ayuntamiento, a cuyo equipo de Archivo y Documentación agradezco la atención recibida.

Pues bien, nuestro monolito fue colocado en marzo de 1958 a iniciativa, e incluso a expensas, del pediatra y benefactor Avelino González Fernández, impulsor del centro de puericultura conocido como La Gota de Leche y persona muy relevante en aquellos años, que también apoyó la creación de un espacio verde como medio de sanear las charcas del río Piles y dotar a la villa de un lugar de esparcimiento. Su aprecio especial por los árboles le llevó a ofrecer al Ayuntamiento una pilastra de cemento en estilo visigodo con azulejos salidos de los alfares de Juan Ruiz de Luna en Talavera y montados por la casa Gargallo. Al pie de la obra, a la derecha, quedó brevemente estampada su firma: "A. González".

Don Avelino donó a la vez una segunda plegaria para el Paseo de Begoña, pero esta ubicación no fue aceptada por los servicios municipales. Sus azulejos podrían ser los que vemos unidos a un muro del edificio de la Gota de Leche, con un detalle muy extraño: la mención del autor parece haberse suprimido mediante un raspado. ¿Por qué razones? Pero todavía contamos en Gijón con una tercera plegaria con idéntico texto, adosada a una pared en el Paseo del Doctor Fleming no lejos de la rotonda de La Guía. Tampoco esta recoge el nombre del autor.

Considerable aportación gijonesa, pues, al fenómeno de las plegarias del árbol. A quien escriba la próxima versión le corresponderá quizá subrayar que los bosques captan el dañino exceso de CO2 en la atmósfera, luchan contra la erosión, moderan el clima e incluso contribuyen a la salud mental de la sociedad, sin olvidar el valor etnográfico. Entre tanto, en nuestro paseo por el Parque de Isabel la Católica merece la pena desviarnos del camino unos instantes y, ante el monolito de la "Plegaria del Árbol", gozar de su sencilla belleza y reflexionar sobre su sentido.