La iglesia del Espíritu Santo de Gijón, situada en el número 56 de la calle Magnus Blikstad, se vivió ayer un día de luto. Tocaba iniciar la despedida del párroco José Manuel Fueyo, fallecido de madrugada a los 83 años de edad y un pilar clave de la parroquia desde su constitución, en 1970. Fueron 31 años los que Fueyo pasó al frente del Espíritu Santo y por eso, parroquianos de todas las edades compartieron el sentimiento de pérdida en una ceremonia religiosa que se celebró a última hora de la tarde -previa al funeral que tendrá lugar hoy, a las 16.00 horas- y a la que asistieron, entre otros, el portavoz del Partido Popular en el Ayuntamiento de Gijón Manuel Pecharromán y el Teniente de Alcalde de la ciudad Rafael Felgueroso. Todos querían mostrar su dolor y arropar al hermano del fallecido, el popular cura de San Nicolás de Bari y capellán del Sporting, Fernando Fueyo.

Pero el sentimiento de pérdida no se quedaba en Laviada sino que se extendió por muchas partes de la ciudad donde se conocía el carácter serio, educador y siempre de servicio de un cristiano que fue formador en el Seminario, párroco, vicario del Apostolado seglar, profesor de religión, consiliario de grupos de Acción Católica y sobre todo cura con compromiso. En Gijón formó parte del colectivo de sacerdotes fundadores del "Grupo de El Bibio", un foro de debate informal que se reúne cada lunes, con ejemplar constancia, desde hace décadas. También ante la enfermedad, que a Manuel Fueyo le llegó pronto en forma de párkinson, obligándole a una retirada anticipada en su ejercicio sacerdotal, dio Fueyo testimonio de entereza y lucha.

"Don Manuel llevaba muchos años aquí. Aunque se hubiera retirado hace tiempo él es y será parte de la parroquia siempre", lamentaba Blanca Fernández a las puertas de la iglesia del Espíritu Santo poco después de abandonar la capilla ardiente instalada para despedir al quien deja una gran huella en Laviada.

"Recuerdo que en los últimos años se caía en el altar, estaba muy malín", rememoró Blanca Fernández. "Luego se operó y le veíamos paseando mucho por El Muro y por la playa. Para él fue como volver a empezar. Se alegraba mucho cuando nos encontraba por ahí", añadía otra feligresa, Aurora Lorenzo, reconociendo que, a pesar de que José Manuel Fueyo se había retirado hacía ya muchos años (en 2001), "muchos le pedían que viniera él a hacer funerales porque le tenían aprecio".

Pero si algo se destacaba ayer en la comunidad del Espíritu Santo era la cercanía de José Manuel Fueyo con los "chavales" del barrio, así como su afición al Sporting. Algunos de los jóvenes de Laviada no podían contener las lágrimas a las puertas del templo. "Siempre estaba abierto a todo, nunca cerraba las puertas de la iglesia", comentaba Hugo Prieto. "Veníamos a ver películas, pedíamos pizzas dentro, lo sentíamos como nuestra casa", aseguraba por su parte Beatriz Vallina, aún conmocionada por la noticia con la que se había tenido que despertar ayer.

Hasta el Espíritu Santo se acercaron también muchos fieles de la iglesia de San Nicolás de Bari con el único objetivo de arropar a su párroco, Fernando Fueyo. "La última vez que vine aquí fue el año pasado en la fiesta de la parroquia, en Pentecostés, y fue impresionante, no nos dejaban bajar, todo el mundo le paraba y querían abrazarlo", contaba uno de esos vecinos de El Coto. Y es que a José Manuel Fueyo se le echaba de menos en su templo, donde marcó impronta de compromiso, buen juicio y aperturismo. Su idea de Iglesia la dejaba clara con sus acciones y sus discursos, como cuando decía en una entrevista en estas páginas que "lo deseable no es que la Iglesia tenga poder, lo que ha de tener es presencia en la sociedad". "Es el cura de toda la vida", insistía Aurora Lorenzo. "A veces iba con mi hijo a tomarse unas sidras a casa Juno, hacía mucha vida por aquí y sabía ganarse a la gente", argumentaba la feligresa.