Sin motores, sin adelantos técnicos y cartografiando los mapas de la época al modo amanuense, los 53 tripulantes de la "Nao Victoria" consiguieron en el siglo XVI la hazaña de la primera vuelta al mundo. Una gesta que a día de hoy parecería imposible pero que fue repetida entre 2004 y 2006 una réplica de ese mismo barco, que desde ayer se encuentra atracado en el puerto deportivo de Gijón.

"La gente siempre nos pregunta si este barco navega de verdad y nos dice que es muy pequeño para llevar a trece personas", señala Rosario Fernández, capitana del barco que se ha convertido en una de las principales atracciones de la Semana Santa gijonesa. El domingo por la noche partieron del puerto de La Coruña para llegar la madrugada del martes a Gijón, tras 26 horas de singladura. Ayer por la mañana realizaron junto al helicópero de Salvamento Marítimo un simulacro de rescate en la playa de San Lorenzo, que despertó el interés de numerosos paseantes desde El Muro. "Fue algo muy instructivo y que nos vendrá muy bien en el caso de que nos veamos inmersos en una situación crítica", afirma la capitana de la "Nao Victoria", que se mostró también muy agradecida por el caluroso recibimiento de los gijoneses.

Con 26 metros de eslora y siete de manga repite la austeridad del mismo barco a vela que fue capaz de dar la vuelta al mundo hace cinco siglos. La "Nao Victoria" ofrece a los visitantes la posibilidad de hacerse a una idea de cómo se las arreglaban los marinos de la época. "En el siglo XVI la tripulación no tenía su propio catre. El único que había era para el capitán; los oficiales dormían en cubierta y el resto donde podían, como por ejemplo sobre un saco lleno de paja", explica la máxima responsable del navío entre didáctico y turístico.

La única novedad de esta réplica son dos pequeños motores que suman 330 caballos, el resto funciona manualmente. Como su sistema de gobierno, que es un pinzote, una especie de palo vertical. "Está conectado directamente con la caña del timón. En ocasiones hacen falta dos o tres personas para moverlo", explica Fernández. El objetivo de la embarcación y de la Fundación Nao Victoria es la difusión de la época de los descubrimientos y de la historia de la navegación española. Uno de los encantos es precisamente ese rigor histórico, con la posibilidad de contemplar una réplica exacta de un barco que permitió descubrir la costa desconocida hasta entonces de los océanos Atlántico y Pacífico.

La estampa a última hora de la "Nao Victoria" en el puerto deportivo era la misma que cuando atracó, tras bordear e espigón desafiando al viento. "La escuadra, cuando hay viento de proa, se hunde y no podemos navegar a vela", resaltó la capitana del barco que estará hasta el domingo en Gijón y que servirá para valorar el mérito de la primera vuelta al mundo. "Imaginar aquí a 52 personas, con toneles llenos de aceite o agua, animales vivos, y sin poder producir agua potable, da mucho que pensar", concluye Rosario Fernández.