Circulaba a una velocidad inadecuada, creyó que dominaba la carretera y su imprudencia, junto con un fallo en el mantenimento del coche, se saldó con tres peatones heridos y una joven fallecida, Rebeca Rodríguez Artime, de 18 años. Todos se dirigían a las fiestas de Antromero. "No vi la señal que limitaba el tramo a 60 kilómetros por hora", reconoció ayer en el juicio en Gijón el joven acusado del atropello múltiple ocurrido en la carretera que une Veriña con Luanco, la noche del 29 de junio de 2013. El procesado admitió que el accidente tuvo lugar en una zona que conocía "muy bien", al ser vecino de Logrezana.

El día del siniestro el acusado circulaba en un coche de su padre a una velocidad inadecuada y con las ruedas traseras "sobreinfladas", según sostiene la fiscal, lo que "disminuía notoriamente la capacidad de agarre y adherencia del coche" y que "claramente favoreció" la salida de vía. Esa es la suma esos hechos la que hizo que el vehículo se saliera de la carretera en una curva, colisionando con otro coche para al final invadir la acera y arrollar a las cuatro personas. "Yo no sabía que tenía mal las ruedas porque acababa de pasar la ITV. Frené mucho para adaptarme a las limitaciones de la curva. En cuanto pasó el accidente bajé y me puse a ayudar a la gente", afirmó el imputado en su descargo. Pese a las graves consecuencias del accidente la fiscal considera que el joven es autor de una falta de homicidio por imprudencia leve, y solicita que el conductor sea condenado al pago de una multa de 600 euros y que se le retire el carné durante un año -que ya habría casi cumplido- dado que se da por bueno que el coche iba a algo menos de 70 kilómetros por hora y no fue la alta velocidad lo que generó el siniestro. La familia de la fallecida no comparte en absoluto ese criterio y su abogado ha elevado la petición hasta los cuatro años de cárcel. Para ellos lo sucedido se debió a una imprudencia del conductor, ya que según sus informes circulaba a más de 90 kilómetros por hora. "Lo único que quiero es que se haga justicia", pedía a la salida del juicio la madre de la chica fallecida.

Ante el juez declararon varios de los testigos que presenciaron el accidente. Entre ellos, el comandante de la Guardia Civil del puesto de Candás. "Estábamos haciendo un control cerca, a la entrada de la fiesta. Cuando escuché el rugir del motor del coche del acusado ya me dispuse a parar al que viniera porque sabía que iba demasiado rápido", afirmó. Varios conocidos del acusado le definieron en el juicio como un "aficionado al motor y a los rallies". "Después del accidente escuché a varias personas decir que estaba claro que algo así iba a pasar antes o después", relató una de las heridas.