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La Opinión de Gijón

Un psicólogo para cada vecino

Operarios en la zona de trabajo. E. G. C.

Hasta cuando intento conciliar el sueño, me tiembla el cuerpo y el subconsciente me machaca la cabeza.

Se trata de un auténtico martirio chino, señores.

Desde hace unos meses el ayuntamiento de Gijón ha dado luz verde a las obras del nuevo archivo municipal y el acondicionamiento de la antigua Escuela de Comercio.

El proyecto parece ser la panacea para solucionar algunos problemas de servicios ciudadanos y de archivos municipales, de los que carece Gijón. Hasta aquí, perfecto.

Lo que no es de recibido es que desde que comenzaron las obras, más o menos hace tres meses o cuatro, los vecinos de los alrededores, calles Begoña, La Merced, Plaza del Parchís, Tomás Zarracina y otras, están soportando, estoicamente, ruidos de perforadoras, maquinaria de todo tipo, escombros, camiones, polvo y toda la polución que se puedan imaginar, aunque en el vídeo grabado se puede comprobar cómo se trabaja.

La comunidad de propietarios del edificio de la calle Begoña, 42, ha enviado escrito de queja al ayuntamiento de Gijón pero, lo mismo da, que da lo mismo.

Como no queda más remedio que acudir a los medios de comunicación es por lo que de manera particular denuncio una situación insostenible que atenta contra la salud pública en todos los sentidos.

Medioambientalmente, porque las ventanas de nuestro domicilio no las podemos abrir de 8 a 20 horas, de lunes a viernes, debido al ruido insoportable de la maquinaria, que unido al polvillo que se desprende de la perforación del suelo, más el cargamento de escombros en los camiones, escombros que se depositan con anterioridad en un contenedor instalado en la calle Begoña, a la altura del número 42, que aunque se tapa con una malla, deja pasar todo tipo de suciedad que, además de depositarse a diario en el portal del edificio, cubre los cristales de la fachada y ventanas, con una capa de tierra y cemento que está impidiendo la luminosidad y ensuciando los cristales. También se tiran los escombros de las obras de remodelación de la Escuela de Comercio, por una ventana, al exterior, donde se está perforando, sin ningún tipo de protección, lo que levanta tremendas polvaredas.

Medioambientalmente, porque el ruido constante de la máquina perforadora y otras, nos están dejando sordos y locos de remate. El traqueteo constante nos obliga, además de tener todas las ventanas cerradas y sin ventilación, a tener que subir, el doble de lo normal, el volumen de la televisión, o nuestro tono de voz. Esto, nos están haciendo irascibles, irritables y malhumorados todo el día.

Delito contra la salud porque, el polvo que respiramos está cargado de partículas nocivas en suspensión, que van directas a nuestros pulmones y que perjudican notoriamente a las personas mayores que habitan en este edificio.

Como ciudadano, soy consciente de que las obras son para el bien general pero el malestar y los problemas psíquicos, respiratorios, etcétera, los sufrimos sólo los vecinos que aquí vivimos, o los que transitan por sus calles.

En el Ayuntamiento es obligatorio que la Policía Local tenga unos medidores homologados de ruidos y de contaminación, por ello, desde este medio de comunicación les conmino a que hagan las pertinentes mediciones de ruidos y obren en consecuencia, obligando a la empresa adjudicataria a que tome medidas correctoras para que esto no continúe.

Al ayuntamiento de Gijón para que obligue a la empresa a reparar los daños causados a los vecinos, daños principalmente morales que, de continuar por los mismos derroteros, podrían implicar problemas mayores de salud mental. Sin olvidar los daños materiales como limpieza de cristales de los ventanales, portal de la calle, garaje y otros.

Desde la casa Consistorial de Gijón, bien podrían sus concejales acudir a las obras, a diario, y quedarse sólo un par de horas viéndolas in situ. Así comprobarían, si lo aguantan, lo que están soportando los vecinos.

Una vergüenza que en pleno siglo XXI se esté trabajando casi como en la Edad Media.

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