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El futuro de una de las infraestructuras con las que se justificó la ampliación de El Musel

La regasificadora se rezaga otra vez

España se convierte en líder mundial en la reexportación de gas licuado desde otras cinco plantas, un negocio que Enagás había previsto inicialmente para Gijón

Instalaciones de la regasificadora de El Musel. ÁNGEL GONZÁLEZ

España se está convirtiendo en un centro de almacenamiento de gas natural licuado para su posterior reventa en otros continentes, aprovechando las fluctuaciones en los precios de este producto energético. El gas natural licuado llega en grandes barcos metaneros, se almacena y vuelve a reembarcarse para venderlo en otra parte del globo. Se trata de un negocio que está teniendo cada vez más peso en cinco plantas regasificadoras españolas; las de los puertos de Ferrol, Barcelona, Huelva, Cartagena y Sagunto y al que se va a sumar la regasificadora de Bilbao, tras una reciente modernización de sus instalaciones para poder prestar ese servicio. Mientras, la de El Musel, que se acabó de construir en 2012 y que es la que mejores condiciones tecnológicas reúne para la recarga de barcos, permanece al margen y sin actividad.

Un tercio del gas natural licuado que entró por barco en España en 2014 volvió a exportarse hacia otros países, según el último informe del Grupo Internacional de Importadores de Gas Natural Licuado, una asociación que aúna a la práctica totalidad de las grandes empresas de este sector en el mundo.

Según ese informe, los países europeos acumularon el 90% de las reexportaciones de gas natural licuado en el mundo. La cifra es un tanto engañosa, ya que sólo un país acumula el 60% de las reexportaciones mundiales y es precisamente España. En 2014, desde las cinco regasificadoras españolas citadas se reexportaron 3.839.000 toneladas de gas natural licuado de los 6.028.000 toneladas del conjunto de Europa o de las 6.352.000 toneladas de todo el mundo.

España está a la cabeza en este nuevo nicho de mercado, por delante de Bélgica que, con una sola planta regasificadora, en el puerto de Brujas, reexportó 1,1 millones de toneladas. Holanda reexportó 0,35 millones desde el puerto de Rotterdam.

Ni las regasificadoras ni los puertos son las que realizan el negocio, pero sí se benefician del mismo y doblemente, dado que esos graneles líquidos cuentan dos veces como tráfico portuario; al entrar y al salir.

El negocio está de mano de las grandes comercializadoras de gas, que aprovechan las fluctuaciones de precios en ventas puntuales o en las que dependen de contratos de suministro a corto plazo, inferiores a cuatro años.

Casi todas la compañías que comercializan gas tienen contratos a largo plazo con los productores, para garantizarse el aprovisionamiento y la relativa estabilidad en los precios. Pero también hay una parte del negocio que se maneja a corto plazo, bien por aumentos puntuales en la demanda en alguna región del mundo o por otras consideraciones. Y esas son las oportunidades que permiten rentabilizar los costes logísticos añadidos que acarrea cargar y descargar varias veces el mismo producto, el gas, hasta entregarlo al comercializador final. Una operación cara, al igual que su almacenamiento, dado que para que permanezca en estado líquido, el gas debe mantenerse refrigerado a 160 grados bajo cero.

No obstante, esas operaciones a corto plazo dejan un margen de beneficio suficiente para que las comercializadoras de gas hayan llegado a reembarcar el mismo cargamento no una vez sino dos, en puertos distintos, antes de encontrar un comprador final.

El auge de ese negocio en España se debe a que el Gobierno estableció el año pasado un régimen económico singular y de carácter temporal para facilitar que las regasificadoras españolas ofrecieran esos servicios logísticos en condiciones competitivas frente a las de los puertos de Bélgica, Holanda, Francia y Portugal. Es una forma de contrarrestar el exceso de capacidad de almacenamiento de gas natural que hay en el sistema español, conectado por gasoducto al norte de África y al norte de Europa y que dispone de 7 regasificadoras, contando la de El Musel, que superan en capacidad de almacenamiento y bombeo a la red a las cuatro regasificadoras que alimentan la red gasista de Gran Bretaña, unida también por tubo al continente.

Ese régimen económico aprobado por el Gobierno supone que los operadores internacionales que están usando los tanques de las regasificadoras españolas como puntos intermedios de almacenaje, no están obligados a pagar los cánones y peajes que los comercializadores de gas que venden en España tienen que abonar por utilizar esas instalaciones. En las operaciones de reexportación, el precio se negocia libremente.

La ironía de todo este asunto es que Enagás planteó inicialmente, en 2012, esta operativa para intentar poner en funcionamiento la regasificadora de El Musel, la única en España que fue diseñada originalmente con tecnología para la recarga rápida de metaneros, mientras que el resto se han tenido que reformar y su velocidad de carga es inferior.

Los trasvases de gas son una oportunidad para que entre en servicio la planta de El Musel hibernada por el Gobierno al menos hasta 2017, fecha antes de la cual no podrá verter ni un metro cúbico a la red de gasoductos nacionales por el exceso de capacidad del sistema gasista. Pero precisamente la desconexión de la red es uno de los obstáculos para que la regasificadora de El Musel pueda reexportar gas licuado, dado que esa conexión es necesaria, por motivos técnicos, aunque el gas almacenado no se vaya a vender en España: El gas licuado genera vapores en pequeñas cantidades que deben evacuarse, de ahí la necesidad de conexión a la red.

Otro de los lastres es la falta, hasta el momento, de algún comercializador interesado en usar la planta inactiva de Gijón. Enagás acaba de anunciar un proyecto para invertir 89,25 millones de euros para convertir sus instalaciones de El Musel en un centro logístico para la recarga de buques, adecuando el muelle de atraque, mejorando el sistema de recarga e instalando un compresor. Sin embargo, ese proyecto está condicionado a conseguir algún contrato a largo plazo con un comercializador internacional. Enagás prevé que esa inversión se podría ejecutar antes de que finalice 2022, pero sin asegurarlo.

Mientras la planta de El Musel permanecía inactiva, la regasificadora de Bilbao construyó el año pasado un tercer tanque de almacenamiento y acometió una inversión para acelerar la carga de buques para entrar en el negocio de la reexportación. Ahora puede cargar 3.000 metros cúbicos por hora, aún por detrás del ratio de la planta de El Musel, que puede transferir entre 4.000 y 6.000 metros cúbicos de gas por hora, concluyendo en un día la carga de un metanero que en otras regasificadoras de España necesita tres días.

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