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Semana Grande| Feria taurina de Begoña

Estar o no estar en novillero

El mexicano Luis David Adame protagonizó la novillada nocturna que abrió la feria Cortó cuatro orejas en un buen encierro de Mayalde y salió por la puerta grande

Estar o no estar en novillero

Comenzó la Feria de Begoña con una velada agradable en El Bibio, perfectamente iluminada y con más de media plaza en los tendidos. Además muchos niños acudieron a esta primera cita taurina en Gijón acompañados de padres y abuelos. Siguiendo la tradición. Hay futuro.

Ser o no ser. Estar o no estar en novillero. Esa es la cuestión. Luis David Adame debutó con caballos en la localidad pacense de Puebla de Sancho Pérez este año, en el mes de mayo, cortando cuatro orejas y dos rabos. Llegó a Gijón con tan solo tres novilladas con los del castoreño y en su cuarto paseíllo en el escalafón inferior cayó de pie en la villa. Adame es y está. Ergo se le espera. Y al igual que en Hamlet también algo huele a podrido. No en Dinamarca sino en la Fiesta. Los aires jóvenes de un novillero con entrega, valor, temple borran de un plumazo los hedores de la inoperancia. Aires mexicanos en este caso que deben dar sitio.

Luis David Adame conectó con los tendidos desde los primeros lances en un recibo con el capote prologado por tres largas cambiadas de rodillas en el tercio al primero de su lote. Desplegó una gran variedad capotera también en el quite: tres chicuelinas, otras tantas cordobinas y abanico de remate. En banderillas destacó el tercer par con un mayor ajuste, pero tercio solvente al fin y al cabo. Brindó el novillo a la Marquesa de la Vega de Anzo, actual miembro del Centro de Asuntos Taurinos de Madrid, y se dispuso a iniciar la labor muleteril con un péndulo sin brusquedad. Aroma de juventud y aires mexicanos. Lo mejor llegó al natural, con muletazos limpios, de tres cada tanda, y el de pecho para no atosigar al noble novillo de Mayalde. Una vez se terminaron las embestidas optó Adame por el plan B: toreo asentado, la pierna adelante y obligando al novillo a tomar la tela. Remató con unas manoletinas y una estocada arriba que se convirtieron en dos orejas. El mexicano quería más. Y Gijón ídem.

Nuevamente recibió a su oponente con una larga de rodillas. Llegó el delirio con el quite por zapopinas, expresivas por su vistosidad pero con gusto por la mano baja con que remataba el capotazo. Con los rehiletes levantó al público de sus asientos y además les brindó la muerte del novillo. Volvió a templarse al natural, sometiendo al Mayalde de correosa embestida y que repetía por abajo. A media faena optó por el toreo en redondo, con la muleta siempre en la cara del novillo para ligar los muletazos. La labor iba tomando vuelo. Actitud y aptitud en un novillero de corta trayectoria pero largo y prometedor recorrido. Epilogó la faena por bernadinas y un nuevo estoconazo dejó al novillo sin puntilla. Dos orejas y el clamor total en la salida en hombros. Además invitó al mayoral del Conde de Mayalde a dar la vuelta al ruedo con él. Detalle torero.

El francés Clemente, novillero macerado a fuego lento, cortó una oreja a su primero al que saludó a la verónica, ganándole terreno. Galleó por chicuelinas para poner en suerte al novillo que cumplió en varas, como todo el encierro. Brindó al público y empezó flexionándose con el Mayalde hasta llevarlo al centro del ruedo. Productivo inicio de faena, por abajo, para centrar la embestida de un buen oponente pero de endeble tranco. Clemente supo perderle un paso y aprovechar la buena condición en una actuación muy digna con el pitón derecho como mejor opción. Cerró por giraldillas y en la suerte natural enterró el acero y cortó una merecida oreja. Clemente buscó abrir la Puerta Grande con el quinto pero se topó con el novillo de peor condición, el único que no sirvió del extraordinario encierro del Conde de Mayalde. Manso, desentendiéndose en los primeros tercios y a menos en la muleta. Un muro imposible de franquear. Clemente había brindado al ganadero Rafael Finat.

Francisco José Espada, que el próximo 24 de agosto tomará la alternativa en Cuenca, no terminó de entenderse con el buen primero. El abreplaza tomaba por abajo la muleta y un planteamiento encimista evitó la conjunción de ambos. Tras un desarme pareció adquirir la labor otro tinte, con el público más pendiente y ayudado por el gusto de esta plaza al toreo en redondo. Espada remató por manoletinas. El fallo a espadas silenció su labor. Otro buen novillo fue el cuarto con el que el inminente matador de toros estuvo más acoplado. Muletazos de mayor profundidad al natural pero sin terminar de conectar con el público. Estuvo aseado en una faena brindada al público y nuevamente rematada mal a espadas. Al final, "el que va demasiado aprisa llega tan tarde como el que va muy despacio" (William Shakespeare).

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