"Los llagares han ido muriendo, pero los pocos que permanecen se han modernizado y profesionalizado", sentencia Luis Raúl Piñera, galardonado con el "Tonel de Oro" de esta edición de la Fiesta de la Sidra. Es el propietario del lagar Sidra Piñera que, actualmente, comercializa unos 450.000 litros anuales. Atrás quedaron los tiempos en los que el 80 por ciento de las caserías de los alrededores de Gijón contaban con un pequeño lagar propio. "Antes la tradición marcaba que la mayoría de las caserías tuviesen un llagar destinado a vender sidra a los establecimientos de la zona. Lo hacían como ayuda para poder vivir, pero ahora los llagares han ido muriendo", explica este lagarero que quería ser ganadero y que, de hecho, lo consiguió. Estudió en la Granja Escuela de Luces (Colunga) para ser capataz de ganadería. Durante un tiempo compaginó ambos oficios, pero por falta de extensión en el terreno decidió emplear su tiempo de lleno a la elaboración de la bebida típica de Asturias.

"La sidra del llagar Piñera es bastante suave, afrutada, de color pajizo y de buen espalme. Cuando se jubiló mi padre, en 1981, yo cogí el llagar. Por aquel entonces producíamos unos 150.000 litros anuales, ahora hemos conseguido triplicar esta cifra. Lo hemos hecho con mucho esfuerzo, gracias a que hemos mejorado la calidad de la sidra: modernizando la producción y escogiendo buenas variedades de manzanas", explica Piñera, retirado hace ya dos años, pero que hoy en día sigue siendo el gerente del lagar.

Para él, el motivo por el que ha aumentado el consumo de sidra es porque se trata de una bebida "barata, rica y natural. Cuenta con una baja graduación alcohólica y además, si tomamos unos 'culetes', nos hace cantar", bromea el galardonado.

Respecto a la reciente subida del precio de la bebida asturiana por excelencia, comenta que "es algo normal. Todo sube en esta vida, así que, ¿por qué no la sidra que lleva tantos años manteniendo el mismo precio? Entiendo que tenga que subir, ya que a las sidrerías también se les disparan los gastos. Merece la pena pagar por una 'botellina' a una buena temperatura, bien escanciada y con su pincho; creo que se puede seguir considerando barata". Para este veterano el hecho de que este año sea él el galardonado le hace sentirse orgulloso por el trabajo realizado a lo largo de tantos años: "Quiero agradecérselo a todos mis compañeros del sector, ya que ellos son los verdaderos protagonistas de este homenaje. Además, también por parte de la organización del festival, a Rosabel Berrocal".