Los "Cancios de Chigre" de la fiesta de la sidra volvieron anoche a su versión más original. Las veladas críticas de ediciones anteriores por la presencia de temas foráneos y discotequeros quedaron en el olvido en el momento en el que la popular "No hay carretra sin barro", comenzó a sonar, dando el pistoletazo de salida a una noche memorable.

De la mano de la coral Villa de Jovellanos y con la inestimable colaboración de un público entregado y dispuesto a "pasárselo en grande", la plaza gijonesa se engalanó de tal forma que terminó por hacer buena la frase pronunciada por el director de orquesta al inicio del espectáculo. "Tenéis todos un pie en el bolsillo del de al lado", dijo, debido a la altísima congregación de espectadores. Circunstancia que provocó que los más rezagados tuvieran que conformarse con seguir el acto detrás del escenario. Otros, más afortunados, lo hicieron desde los ventanales cercanos.

Dicen que la experiencia es un grado y quizá por eso Josefina Guerrero acudió, según sus propias palabras, "pronto y con tiempo". Sentada en la primera fila y programa en mano, Guerrero confesó llevar "más de 20 años seguidos" sin perderse la cita con los cancios. Un día que Luisa Rodríguez, otra de las muchas incondicionales presentes en la plaza Mayor, tiene marcado en rojo en su calendario. "Intento no perdérmelo nunca. Me gusta mucho venir y cantar. Te lo pasas muy bien y además casi todas las canciones son muy muy conocidas, por lo que incluso puedes evitar comprarte el programa". Un libreto que de nuevo este año se podía adquirir al precio de un euro.

En las proximidades, y siguiendo atentamente la letra que aparecía en los dos paneles situados a los extremos del escenario, se encontraba el avilesino Francisco Pardo. "Esto es una maravilla. Un gusto para los que amamos las canciones tradicionales asturianas. Vienes aquí y respiras un ambiente increíble, muy sano. Es una suerte tener la oportunidad de cantar como si estuvieras en la ducha y que nadie te lo reproche aunque le estén pitando los oídos", comentó Pardo en tono jocoso mientras sonaba "El reloj", del grupo azteca "Los Panchos", uno de los pocas canciones de artistas extranjeros que se pudieron escuchar.

Más alejados del bullicio, "porque habían llegado tarde", estaban los gijoneses Luis Gómez y su mujer, María Fernández. "Venimos aquí a pasar el rato. Es un buen divertimento para abrir el fin de semana", confesaban.

El repertorio seguía su curso y temas como "Soy de Verdiciu", "La Capitana", La Paloma", "Corazón, corazón", "Fui al Cristu" o "Mocina dame un besin" , fueron interpretados por un respetable que tenía ganas de más. Incluso una espectadora recogió la invitación lanzada al aire por el director del coro y, como si de una liebre se tratase, saltó al escenario rauda y veloz para bailar un vals.

Conforme pasaba el tiempo, más crecía el ánimo entre los asistentes. Los tímidos que en un principio decidieron no cantar "por vergüeza", como fue el caso del ovetense Pablo Arias, comenzaban a hacerlo, al tiempo que una amable señora ofrecía caramelos para, según ella, "evitar que se me seque la garganta".

Elena Charro, que hizo de cicerone del evento trayéndose consigo a su amigo José Manuel Álvarez, declaró su "encanto" por una actividad "que cada año tiene en la cabeza" y a la que lleva asistiendo "desde hace ya varios años".

Como es tradición, "Gijón del Alma" y "Asturias Patria Querida" fueron las dos canciones escogidas para cerrar una jornada que, a juzgar por el entusiasmo de los presentes, muchos hubieran hecho perpetua.