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JESÚS FUENTES VILLA | Presidente de Caja Rural de Gijón, entidad que cumple 50 años

"A base de esfuerzo y colaboración conseguimos una caja que tiene prestigio"

"Empezamos con 1.300 socios y dando créditos pequeños, de 40.000 pesetas a dos años; no tiene nada que ver con lo que somos hoy"

Jesús Fuentes, en la sede de la Caja Rural de Gijón. MARCOS LEÓN

Caja Rural de Gijón cumple 50 años, y pocos -o nadie- la conocen como él. Lleva trabajando en ella desde su fundación, en 1965. Fue su primer empleado, como auxiliar administrativo. El único que había al principio. Y ahora preside la entidad. Tras jubilarse en 2004, en 2008 se presentó a las elecciones a la presidencia. Y venció. Le ha tocado, así, el orgullo de presidir el 50º aniversario de la Caja Rural. A Jesús Fuentes Villa, nacido en Gijón en 1940 y criado en la parroquia Cabueñes, se le llena la boca hablando de la que ha sido su segunda casa durante décadas.

-En los inicios, al parecer, no había un gran convencimiento de que la caja tuviese futuro. ¿Qué pensarán los que iniciaron esta aventura cincuenta años después?

-Primero, por desgracia, mucha gente de aquella ya no vive. Creo que para los que empezaron es un orgullo. Vamos a hacer una convocatoria para el 12 de noviembre en la Universidad Laboral, un acto recordatorio de la entidad. Y estoy visitando a todos los que entonces eran consejeros y recogiendo fotografías. Tuve la ocasión de visitar a uno. Hablé con él largo y tendido. Y me dijo su mujer días después: "Oye, no sabes qué satisfacción le has dado. Fíjate que está enfermo y dice que va a ir, que no se pierde ese acto por nada del mundo. Hasta estuvo mirando ya el traje que llevaría". Para esta gente es un orgullo y una gran satisfacción.

-Al igual que para usted.

-Es una de las razones por las que yo volví en 2008 a la caja para ser presidente. Porque aquellos principios que teníamos de servir al socio tienen que seguir existiendo; y siguen existiendo. Aunque hoy, por un principio de competencia, todo el mundo atiende bien al cliente. Pero esto es otra cosa. Puedo poner anécdotas como ejemplo.

-Adelante.

-Un señor vino aquí y creía que tenía más dinero en la cuenta. Simplemente venía cada mucho tiempo y ponía al día su cartilla. Pensaba que alguien se había llevado su dinero. Entonces, analicé su cuenta y vi que pagaba seguridad social y más cosas, por eso se le descontaba. Él contaba con que le ingresaban la pensión pero no con que le sacaban el dinero para hacer pagos. Y no hubo forma de convencerle. Vino un viernes y le dije: "Usted cree que tiene razón, yo creo que no, pero tengo que demostrarlo. Venga el lunes, que voy a hacer un análisis de los últimos tres años de su cuenta". Trabajé el sábado por la mañana y por la tarde, y seguí el domingo. Tenía todos los documentos preparados, pero él no se convencía. Le dije: "Vaya al mejor abogado de Gijón, llévele todos estos documentos, y si tiene razón, le pago lo que reclama y el abogado". Y no volvió. Pero esto lo hacíamos con cualquiera, un servicio integral. Problema de un cliente, problema en el que se mete toda la empresa.

-¿Por qué no había un convencimiento de que esto saliese adelante?

-Fue el primer año y el que no tenía convencimiento era el presidente de la Cooperativa de Agricultores, Faustino Medio. El tesorero, Baldomero García, insistía en crear una caja rural. Pero el presidente, en un momento en el que la cooperativa iba muy mal, no estaba muy convencido. Al final transigió: "De acuerdo, pero si en dos años no obtiene beneficios, la cerramos". Antes que a mí propusieron para gestionar el proyecto a otra persona que trabajaba en un banco. Pero declinó ante el temor de quedarse sin empleo en dos años. El tesorero me lo propuso, recordándome que si en dos años no obteníamos beneficio me quedaba sin trabajo. Te puedes imaginar el esfuerzo que dedicamos.

-Lógicamente, mucho.

-Claro. ¿Qué significan para mí estos cincuenta años? Mucho trabajo que no se puede perder. Muchas satisfacciones y mucho interés de los fundadores.

-¿Qué ganó el sector rural con la caja?

-En aquel entonces, mucho. Había gente que necesitaba créditos para comprar el pienso. La propia cooperativa necesitaba. La constitución de la caja fue difícil: una cosa que no existe y la creas en un piso que está totalmente deteriorado, en el que no querían gastar dinero. Había que tener mucha fe. En cada parroquia rural había gente que quería que la caja funcionara, y empezaron a traer dinero. La cooperativa hizo una maniobra: a cada socio le abrió una cuenta en la caja con cien pesetas y le hizo socio con trescientas. Entonces teníamos que ir a visitar a todos esos socios para darles la libreta.

-Sería una dura tarea.

-Éramos para trabajar solo dos, yo cobrando y José Luis González Rubiera, desinteresadamente. De mano contamos con 1.300 socios. Se empezaron a dar créditos, muy pequeños, de 40.000 pesetas a dos años. Así empezamos. No tiene nada que ver con hoy, pero a base de mucho esfuerzo y mucha colaboración de la gente se consiguió una caja que creo que tiene un prestigio en Gijón.

-¿Qué distingue a Caja Rural del resto de entidades?

-Esto lo dirán todas, pero en nosotros es de verdad. Primeramente, estar mucho más cercanos. Ten en cuenta que aquí el cliente puede llegar a cualquier nivel. Una queja, que no hay muchas, puede llegar a la máxima autoridad. Eso no pasa en ningún banco. Nosotros, si lo hiciéramos mal, perderíamos mucho. Estamos concentrados solo en Gijón. Y están nuestros valores: confianza, profesionalidad y compromiso con especial atención al medio rural. Tenemos un compromiso con el socio de atenderle bien y escucharle. Me pueden decir que nosotros también le quitamos un piso a alguien. Pues sí. Si no nos pagan y no hay forma de entenderse... El dinero que hay aquí no es nuestro, es de otros. ¿Qué vamos a hacer? Pero intentamos no hacerlo, que quede bien claro.

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