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CLUB LA NUEVA ESPAÑA de Gijón

Los tópicos de la España del siglo XIX, en un libro de viajes

Rodrigo Álvarez Brecht disecciona la guía alemana "Baedeker" sobre la región

Rodrigo Álvarez Brecht, ayer, con la guía de viajes en el Club LA NUEVA ESPAÑA.

Viajar a finales del siglo XIX y principios del XX era poco menos que una hazaña, y no estaba al alcance de cualquiera. Para los viajeros más avezados se editaban entonces guías especializadas, pequeñas "biblias" con todos los datos imaginables para que los intrépidos pudieran llegar, recorrer y disfrutar los principales países del mundo. Una de ellas fue la alemana "Baedeker", una guía que incluía desde los precios de los transportes hasta precios de hostelería, entradas a monumentos, rutas por ciudades, descripción artística de edificios, lugares de interés, planos, mapas, tiempo de viaje, usos y costumbres locales o gastronomía.

Una de esas guías describía España a los viajeros, pasaba por Asturias y ayer fue comentada por el geógrafo Rodrigo Álvarez Brecht en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Gijón, bajo el título "Asturias en la Guía Baedeker: La visita de un viajero europeo a nuestra provincia a principios del siglo XX".

Un periplo en tren desde León hasta Gijón que describe con fotos y minuciosos comentarios el recorrido, la entrada a través de la cordillera por un recorrido con "58 túneles, puentes, trincheras y terraplenes en grandes cantidades" que aún hoy sigue llamando la atención a los pasajeros ferroviarios.

Pasa la guía, como indicó Álvarez Brecht, por Oviedo y Gijón, donde aún se conservan algunos de los lugares de interés descritos para el viajero de aquellos años. Un compendio de anotaciones en papel que dejan para el recuerdo algunas hilarantes descripciones de lo que debía ser el país y la región para los extranjeros que se aventuraban hasta Gijón.

Porque, como aparece descrito en la guía, "es imposible aplicar las normas que prevalecen en los países más avanzados a los hoteles de España", un país donde "las estaciones de ferrocarril son muy primitivas" y en el que "es aconsejable ir provisto de alimento y vino para su consumo". No debía ser la agilidad virtud de la época según las indicaciones del libro de viaje, toda vez que "a pesar de las regulaciones oficiales, la taquilla no se abre hasta que el dependiente opine que la cola de espera tiene la longitud suficiente".

Otras "perlas" dirigidas al turista de época se refieren a datos como que "el hotelero español tiene como regla ignorar la forma de gestionar un moderno hotel", o que "el camarero nativo pone más atención a su dignidad como caballero que al desempeño eficiente de sus deberes".

Notas importantes también como la de que "el uso de cerveza española ordinaria es casi seguro que producirá diarrea al extranjero no aclimatado", o que "en las tiendas el viajero deberá regatear, negociar, y si es necesario, debería salir lentamente de la tienda sin comprar".

Todo ello lo ha rescatado del olvido Rodrigo Álvarez Brecht, en forma de guía histórica comprada de segunda mano y traducida del francés para deleite del lector actual. Algunas cosas "han cambiado mucho desde entonces", bromea el geógrafo a propósito de las descripciones que se hacen del país. Otras, añade en tono de broma, "no lo han hecho tanto".

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