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La figura de la semana | LAUREANO LOURIDO ARTIME | Presidente de la Autoridad Portuaria de Gijón

Navegante tierra adentro

Capitán de la Marina Mercante y máster en gestión portuaria, toma las riendas de El Musel tras haber estado al frente de la terminal de graneles y de cuatro empresas privadas

Navegante tierra adentro

Claro, negociador y resolutivo. Muchos de los que han tenido algún mano a mano con el nuevo presidente de la Autoridad Portuaria de Gijón, Laureano Lourido Artime, han acabado extrayendo esas sensaciones de su interlocutor. Capitán de la Marina Mercante que hace años cambió el barco por la tierra firme y que acaba de llegar a la Autoridad Portuaria para dar un golpe de timón al rumbo que había marcado su antecesora, Rosa Aza. Lourido presidió esta semana su primer consejo de administración de El Musel.

Capitán con un máster en gestión portuaria y transporte intermodal por la Universidad de Comillas, Lourido navegó por el mundo entre 1981 y 1990, pilotando desde petroleros hasta ferris para Empetrol, Gijonesa de Navegación y el grupo Suardíaz. Un trabajo no exento de riesgo, en el que llegó a vivir un bombardeo al puerto de la isla de Jark en el que estaba su barco, durante la guerra entre Irán e Irak. En ese periodo se le concedió la Cruz al Mérito Naval.

Nacido el 5 de marzo de 1959 en Nubledo (Corvera) y residente en Cancienes, Lourido está casado y es padre de una hija que ya ejerce de abogada. Fue su familia, precisamente, la que le llevó a echar pie a tierra después de diez años surcando los mares. Había comenzado a navegar en 1981 tras haber obtenido la titulación de capitán de la Marina Mercante por la Escuela Superior de Náutica de Barcelona, en una época que estar al frente de una nave suponía pasar medio año lejos de casa. Una situación que quiso cambiar para ver crecer a su hija de corta edad. En 1990 desembarcó definitivamente, sin tener nada asegurado, dispuesto a buscar trabajo en tierra. De carácter luchador, su primer contrato en los muelles fue como peón en Consignaciones Asturianas, barriendo los muelles y recogiendo los tacos de madera sobre los que se apoyaban las mercancías que iban a embarcar. Entró como peón, pasó a capataz y luego a apoderado.

Después de seis años, lo fichó Andrés Ruiz de Velasco como director del área marítima, en un momento en el que la compañía había dejado de ser estibadora.

En 2001 comenzó su primera etapa en la Autoridad Portuaria de Gijón. Lo fichó el entonces presidente de El Musel, Miguel Ángel Pesquera como responsable de operaciones portuarias y comercial, pero en 2004 pidió la cuenta para volver al sector privado.

La vuelta al sector privado le llevó hasta Valencia, donde gestionó la empresa Procesos Logísticos Integrales (Plisa) del grupo Ros Casares durante unos meses hasta que encontró un nuevo empleo que en 2005 lo trajo de vuelta a Asturias como director gerente de Actividades Generales Portuarias, filial del grupo Algeposa que se encarga de embarcar los productos de Arcelor-Mittal en El Musel y el puerto de Avilés.

A lo largo de su trayectoria anterior fue consejero de la sociedad de estiba, de Lonja Gijón, del Centro de Transferencia de Residuos de Asturias, de Ventastur y vicepresidente del Foro de Calidad Portuaria, además de ser profesor del Máster de Transporte y Gestión Logística de la Universidad de Oviedo.

Una experiencia en gestión empresarial que lo llevó en 2012 a ser el director gerente de la terminal de graneles sólidos de El Musel, Ebhisa, que es la mayor terminal gijonesa, controlada accionarialmente por la Autoridad Portuaria. Según algunos de sus próximos, fue un trampolín que ahora lo ha catapultado hasta la presidencia de El Musel (y de todas las sociedades controladas por el Puerto), con el respaldo del gobierno regional, con varios de cuyos miembros mantiene muy buenas relaciones desde hace tiempo, en especial con el presidente, Javier Fernández, la consejera de Infraestructuras, Belén Fernández y la de Hacienda, Dolores Carcedo.

El golpe de timón en el Puerto que llega con él supondrá cambios significativos tanto a nivel interno como en las relaciones tanto con las empresas portuarias y con el gobierno central, de quien orgánicamente depende la Autoridad Portuaria, aunque su gestión depende del Principado.

Su mayor exposición pública hasta ahora la tuvo en 2011, cuando disputó la presidencia de la Cámara de Comercio de Gijón -de cuyo pleno era vocal en representación de empresas portuaria- a Félix Baragaño, que le ganó por cuatro votos. Ahora vuelve a un puesto de relevancia pública, avalado por sus resultados como gestor empresarial. Un puesto en el que, según quienes le conocen, tiene claro que no cabe la neutralidad cuando las posturas del Gobierno del Principado y del Ministerio de Fomento estén encontradas.

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