Nunca un proyecto que aspira a cambiar el futuro de una ciudad se pensó tan rápido. Menos de tres semanas le han bastado al Ministerio de Fomento, tras años de ir al paso del caracol en trámites y ejecución de obras, para crear todo un nuevo diseño ferroviario en el corazón de Gijón. Un proyecto que supone desarrollar una estación intermodal soterrada con espacio para autobuses, trenes de cercanías y largo recorrido y un aparcamiento en el entorno del Museo del Ferrocarril. Un proyecto que garantiza el soterramiento de las vías que lleguen a esa estación desde Moreda, a la altura de la trasera del Palacio de Justicia de La Bohemia. Un proyecto que favorece eliminar el actual paso en altura en Carlos Marx. Un proyecto que cuesta 422 millones de euros. Y un proyecto que da por bueno entregar las llaves de la nueva estación a los gijoneses en el año 2019.

Ese es el escenario que el secretario de Estado de Infraestructuras, Julio Gómez-Pomar, les dibujó el pasado jueves por la mañana a la alcaldesa, Carmen Moriyón, y al edil de Actividad Económica y Desarrollo Urbanístico, Fernando Couto, en un despacho del madrileño Ministerio de Fomento. No hubo foto oficial de ese encuentro ni declaración formal del Ministerio. Los datos sobre el nuevo plan ferroviario se encargó de hacerlos públicos el propio Couto el mismo jueves por la tarde en el marco de una sesión plenaria donde se debatía una proposición del PSOE, Xixón Sí Puede e IU sobre el plan de vías de Gijón. La Alcaldesa se limitó a apostillar que la decisión final se tomará en el consejo de administración de la sociedad Gijón al Norte, donde confluyen los representantes de Fomento, el Principado de Asturias y el Ayuntamiento de Gijón como socios de la entidad.

La nueva propuesta iba mucho más allá de lo comprometido por la propia ministra Ana Pastor -esta vez sí con foto oficial- a Moriyón en su encuentro del 21 de septiembre. Pastor daba entonces por buena la petición del gobierno forista de atraer hacia el entorno de Poniente la estación intermodal diseñada por Jerónimo Junquera en Moreda y en tiempos socialistas. Eso sí, con las cercanías soterradas a través del túnel del metrotrén pero con el largo recorrido en superficie a través de unas vías cuyo impacto visual se minimizaría con un parque elevado encima. El proyecto costaría unos 304 millones de euros.

De aquella reunión salió un no del equipo de Ana Pastor al proyecto que dejara en el cajón el anterior gobierno del PSOE porque los 430 millones de coste para la operación de la estación de Moreda estaban muy por encima de sus nuevas previsiones de gasto. Y también se rechazaba el planteamiento presentado por el gobierno de Foro, más allá de mover la estación al entorno del Museo del Ferrocarril, porque la idea de soterrar las vías de largo recorrido desde La Calzada disparaba el coste a 578 millones de euros. El ministerio, desvelaba Moriyón, en su web, "no puede asumir ese coste".

Tres semanas y tres reuniones después Fomento da por buena una operación de 422 millones: 118 millones más de lo que veía factible a mediados de septiembre. Eso sí, en ambos casos la financiación depende de manera mayoritaria del éxito que la sociedad Gijón al Norte tenga de la venta del suelo liberado de las vías para construir viviendas. A Fomento le quedan 34 de los 39 millones comprometidos en 2002 para poner en marcha la operación.

Pero la propuesta que podía hacer levantarse a todo Gijón entre salvas y aplausos ha sido recibida con tibieza y desconfianza. El principal problema es que la noticia llega a tres meses escasos de unas elecciones generales. El momento resta mucha credibilidad al anuncio. Para unos lo que hay sobre la mesa no es más que un boceto de tintes electoralistas para calmar el malestar que sacó a decenas de gijoneses a la calle en manifestación. Para otros no se puede tener confianza plena en el compromiso de un equipo ministerial que, quizás, ya no esté en su puesto a principios del año que viene y que, por ahora, no deja nada firmado.

Pero al margen del momento, hay otras cosas que no cuadran. Más de una década de desengaños sobre el plan de vías han servido a la los gijoneses para ser maestros ferroviarios. Y por eso nadie da por buena que toda la operación, con la compleja tramitación previa que lleva, pueda estar finiquitada en cuatro escasos años. Igual que no salen las cuentas para financiar una obra con los dineros de unos pisos que ni se han empezado a vender y que, tal como se reorganiza el proyecto, ya no estarán en el corazón de la ciudad y enfrente de una playa sino al lado de una macroestación. Así las cosas, a Gijón aún le queda mucho para tener estación.