Camilo P. V. heredó de María del Carmen Represa, farmacéutica gijonesa, una suculenta cantidad de bienes. Se había casado con ella el 4 de febrero de 2009 en La Habana y ese mismo día, en plena celebración, la asturiana, tres décadas mayor que el caribeño, falleció de manera fulminante. Camilo se hizo con todas las propiedades de la boticaria -casi una treintena de pisos- pero al llegar a España se encontró con la imposibilidad legal de inscribir su matrimonio ante la falta de la cónyuge. Pasó de heredar como viudo a heredar como extraño, multiplicándose las obligaciones tributarias del impuesto de sucesiones. Hacienda entró en juego y terminó embargando los bienes. ¿El problema? Que Camilo P. V. ya había vendido varios.

Entre ellos, el piso, situado en la calle Cabrales, de la gijonesa que le ha llevado a juicio y que le acusa de los delitos de estafa y alzamiento de bienes. Su abogado, Marcelino Abraira, pide nueve años de prisión para el santero cubano, que, según la acusación, en ningún momento advirtió en la operación de venta del piso de que tenía problemas para inscribir su boda con la farmacéutica y, por tanto, podrían aparecer nuevas cargas fiscales sobre el inmueble. Abraira también pide la nulidad de la hipoteca que firmó su clienta, que, de no ganar el juicio, podría sufrir la penosa situación de seguir pagando al banco por un piso embargado.

Camilo P. V. declaró ayer ante Bernardo Donapetry, juez titular de la sección octava de la Audiencia Provincial. El santero -experto en adivinar el futuro a través de conchas y que asegura ser "médico"- se negó a contestar a preguntas de Abraira y del fiscal, que, por ahora, no pide condena. Sí intervino al ser interpelado por su letrada, Laura Giarrizzo.

Pese a su fama de engatusador, el cubano se mostró más bien parco en palabras. "Yo no realicé las negociaciones de la venta ni conocía a la compradora", aseguró, descargando responsabilidad en la abogada que en aquel momento le asistía. Insistió en que recibió el inmueble "por herencia de mi mujer", pese a que en España su matrimonio es nulo. Y, sobre todo, defendió que en el momento en el que se formalizó ante notario la compraventa "no conocía la denegación de inscripción de mi boda". Y añadió: "Me dedicaba a viajar entre España y Cuba. Todo me lo gestionaba la abogada".

Camilo P. V. reconoció el gran volumen de su herencia. "Con el dinero de varias ventas de bienes pagué el impuesto de sucesiones y una hipoteca que tenía ella de 1,4 millones de euros", contó.

El cubano liquidó un primer tributo, de 754.413 euros. El problema es que al no serle reconocido su matrimonio, que apenas duró hasta el cóctel de la boda, variaron las condiciones de la herencia y el impuesto ascendió hasta unos tres millones. Según la acusación particular, Camilo P. V. sí conocía la denegación de la inscripción de su boda en el registro español cuando vendió el piso, pues el problema en el registro civil se produjo en abril de 2010 y la escritura de la venta se formalizó en agosto. "Si hubiéramos conocido el problema no hubiéramos firmado", aseguró ayer en el juicio un representante del banco que financió la hipoteca.