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FERNANDO GUTIÉRREZ | Artista, expone "La ciencia imaginada" en la sala Gema Llamazares

"Lo que a mí me gusta, de alguna manera, es volver a dibujar la historia del arte"

"El ordenador es otro recurso, como el óleo en el siglo XVI; el mío es un dibujo que trabaja en el espacio, con la música"

Fernando Gutiérrez, en la sala Gema Llamazares. MARCOS LEÓN

Fernando Gutiérrez, ovetense de 1973 que vive en Gijón desde hace años, es uno de los artistas asturianos más destacados de su generación. Es licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca y Premio "LABjoven Experimenta" por "Crisálidas", además de autor seleccionado para participar en 2012 en ARCO. Expone estos días en la galería Gema Llamazares

-¿Qué es "La ciencia imaginada"?

-Parte de la historia de un animal que es imaginado antes de ser visto, el megaterio. En 1788, un año antes de la Revolución Francesa, Juan Bautista Bru lo reconstruye. Es un punto de inflexión entre la ciencia cercana al mito y la leyenda, frente a la ciencia tal y como la entendemos hoy. El megaterio, que en realidad es un perezoso extinto, es trasladado desde Luján, en Argentina, a Madrid, pero Bru lo reconstruye de manera poco ortodoxa. Thomas Jefferson trato de incluir la imagen de este animal en la bandera estadounidense. El momento poético para mí es el error de Bru en el montaje, que toma como referencia una mula o lima huesos para que encajen. Lo que hago es utilizar en este trabajo, también en otros, imágenes para remontarlas. De ahí salen mis híbridos.

-Sin dejar a Bru, ¿el error de interpretación como motor artístico?

-Para mí, el error ha sido siempre importante. La historia del arte contemporáneo está llena de supuestos errores que han sido puntos de partida, reacciones al academicismo. Ahí es donde puedes encontrar lo distintivo. El error y la duda metódica son fundamentales.

-¿Cómo dio con la historia del megaterio?

-Pues hablando con Alfredo Aracil (coordinador de proyectos de Laboral Centro de Arte y comisario de "La ciencia imaginada") sobre la posibilidad de hacer algo inspirado por los gabinetes de animales y de rarezas.

-Del dibujo del megaterio han derivado otras cosas...

-Exactamente. Hay cuatro dibujos del megaterio, pero es la referencia. Hay un punto de inflexión. Y desde ahí trato de reconstruir una especie de Arcadia perdida, y con ella una manera de narrar al ser humano de manera distinta. Es un poco marciano, pero muy poético.

-No sé si quiere proponer una relación distinta con los animales...

-Va implícito, forma parte de este juego. Se ve en los dibujos de los elefantes que meten mano con su trompa. Si, hay algo de eso, de que todo puede se de alguna forma posible.

-La exposición incluye una intervención mural, un soporte que a usted le gusta mucho.

-Aquí es distinto a esas otras cosas mías que han denominado dibujo expandido. En este caso se trata más de una utilización del recurso del espacio; es como un papel pegado decorativo, que es todo lo contrario a lo que hago habitualmente.

-Al final, tiene algo también de instalación.

-Sí, pero me interesa el punto de la decoración. He incluido también animación a partir de un pequeño "megaterio mosca".

-Usted es un artista que, a diferencia de otros de su generación, ha hecho del dibujo un rasgo distintivo, un sello estilístico. ¿Por qué?

-Soy sincero: porque tenía pocos recursos para pintar. Pintar, mantener un estudio, resulta económicamente muy caro.

-O sea, que ha hecho de la necesidad virtud...

-Más o menos. También es cierto que yo empecé dibujando, antes de dedicarme a la pintura, que necesita una metodología más compleja.

-Intuyo que muchos adolescentes y jóvenes deben sentir una cierta identificación con su obra. Lo digo al ver en ella como restos de esos dibujos que uno hace, casi como un juego, cuando tiene esa edad.

-Bueno, he tratado de preservar ese momento emocional, que es muy poético. Un dibujo de línea, como los que yo hago, puede hacerse en segundos, así que se puede hacer en cualquier sitio y tiene esa inmediatez. Es radicalmente expresivo y remite directamente a las obras de Altamira. Lo que a mí me gusta, de alguna manera, es redibujar la historia del arte.

-¿Y el interés por la figura, aunque en su caso sea figuras inventadas o recreadas?

-Todo sale de la decisión que adopté tras dejar de pintar por falta de recursos económicos. Me puse con el dibujo y grandes formatos, tamaños que era con los yo pintaba siguiendo una línea más o menos postinformalista. Hace una década, más o menos, giro por obligación al dibujo, que me da mucha libertad. Y he querido vehicular el dibujo a través de otros soportes y de las nuevas tecnologías. El ordenador es otro recurso, como el óleo en el siglo XVI. Es un dibujo que se mueve, que trabaja en el espacio o con la música.

-¿Le gusta especialmente la colaboración con artistas de otras disciplinas? Pienso, por ejemplo, en las obras que ha hecho con .tape (Daniel Romero).

-Sí. Aunque no de manera tan directa, he trabajado con más músicos. La música tiene algo también muy directo y expresivo.

-Su obra es muy reconocible. Antes me comentaba que eso tiene su parte buena y otra mala...

-Bueno, lo malo es que, a veces, te resulta difícil salir de tu propio registro. Trato de hacer cosas como las de esta exposición para no caer en manierismos. Y lo bueno, que cuando alguien ve mis cosas dice "es de Fernando Gutiérrez", aunque tampoco se traduce en ventas.

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