La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El callejón de las fieras

Coppola y el libro de Saavedra

De padrinos y otras transformaciones - Una frase de Tolstói sobre las familias - Los asturianos, ¿felices o desdichados?

Coppola y el libro de Saavedra

Quienes me conocen bien saben que acostumbro a acabar el año en compañía de dos obras maestras: las películas de "El Padrino" y "La metamorfosis", la narración de Kafka que mi admirado Xandru Fernández ha preferido traducir con el título de "La transformación". A los amigos que me preguntan por esa arraigada costumbre suelo responderles, un poco en broma, que es mi preparación para los doce meses próximos, una manera de alertarme a mí mismo sobre la sustancia misma del poder (el crimen, el fango, la ambición, el dinero, la sangre?) y sobre la temida imposibilidad de vivir sin que los demás -la familia misma, tus compañeros o los vecinos- te perciban como ese extraño monstruo en que se vio convertido Gregorio Samsa al despertar una mañana, tras un sueño intranquilo, según se nos dice en uno de los inicios de novela más perturbadores de la literatura universal.

Hace tiempo que lo pienso: la mutación del joven Michael Corleone en el viejo y carcomido "capofamiglia" que no puede escapar del peso abominable de su pasado, tal y como cuenta Francis Ford Coppola en su prodigiosa trilogía, tiene también algo de la metamorfosis que sufre Samsa. Y hay muchas similitudes metafóricas en el final de ambos personajes, en realidad dos historias de familias y de cómo éstas se relacionan entre sí y con el mundo: "¡Miren ustedes, ha reventado! ¡Ahí le tienen, lo que se dice reventado!", grita la asistenta en el relato de Kafka.

Los biógrafos y comentaristas del genio praguense han subrayado la importancia de la relación familiar (recordemos su "Carta al padre") en la vida de Kafka. Lo mismo puede decirse del director de "El Padrino" y de algunos otros filmes tan personales como extraordinarios, caso de "La conversación" o "Apocalypse Now", según ha explicado Miguel López en "Los Coppola", donde da muchas claves de la trayectoria del deslumbrante director italo-americano y de su denso núcleo familiar, a quien algún reseñador cultural ha bautizado como "la familia más importante del cine": de sus padres Carmine e Italia, a su hermana Talia Shire (la "fratella" de Michael Corleone en "El Padrino"), o de su hija Sofía a su sobrino Nicolas Cage, por citar sólo a los más conocidos, pues la lista es mucho más larga.

"Todas las familias felices se parecen unas a otras; cada familia desdichada lo es a su manera", escribe Tolstói en la primera línea de "Ana Karenina". Un aforismo que condensa en unas pocas palabras esta oceánica novela, conquista narrativa del siglo XIX, y otro inicio perfecto para una nueva historia de transformaciones y muerte. El de la familia es uno de los grandes temas de la literatura de todos los tiempos desde que Caín, el primer ser humano que nació fuera del Paraíso, mató a su hermano Abel con la quijada de un asno. Algunos amantes de la novela negra consideran que es la trama inaugural del género, aunque ahí no necesitemos investigar mucho para saber quién es el perpetrador del crimen.

Coppola, seis veces ganador del "Oscar" y último premio "Princesa de Asturias", estará el próximo jueves en el teatro Jovellanos para responder a las preguntas e inquietudes de quienes tengan la suerte de hacerse con una de las cotizadas entradas para poder franquear el coliseo de los altos de Begoña. Como sucede con algunas cantilenas, hay quien ha vuelto a poner en cuestión estos días la ayuda de 45.000 euros que el Ayuntamiento gijonés concede a la fundación que otorga los premios de mayor repercusión internacional del Principado. Algunos de los argumentos para esa petición, aunque demagógicos, son entendibles; otros, en cambio, son disparatados y un hablar por no estar callados.

¿Seremos los asturianos una de esas familias felices que se parecen las unas a las otras? Tras leer "Villamocho", de Antón Saavedra, sospecho que más bien somos desdichados a nuestra manera, por seguir con la frase de Tolstói. Nos hace falta un Coppola que lo lleve al cine, o mejor aún otro Kafka.

Compartir el artículo

stats