"Túbal, quinto hijo de Jafet y nieto de Noé fue el primer hombre que vino a España.

Después del diluvio universal, se contaban ciento treinta y un descendientes de Adán, nuestro primer padre, que se esparcieron por la Tierra".

(Historia de España del padre Juan de Mariana. 1854)

Ya en el siglo XVIII, el controvertido historiador y periodista Gregorio Menéndez Valdés -quien da su nombre a la comercial calle del centro de Gijón, aunque muchos de nuestros vecinos nada sepan de él, ni de sus importantes aportaciones a nuestra historia- mantenía que la fundación de Noega se debe a un biznieto de Noé llamado Túbal.

De él escribió mi eternamente respetado Luis Adaro Ruiz-Falcó, quien fue el prologuista de "Gixa Moderna" y de los dos tomos de la "Historia Antigua de Gijón", de esta manera: "Don Gregorio Menéndez Valdés, señor de San Andrés de Cornellana es la grata figura de un recto caballero, enamorado de su pueblo, dispuesto siempre a salir en su defensa y que siente ternuras y arrebatos incomparables por la villa que le vio nacer"? Pese a su fama de historiador extravagante, en conjunto podemos afirmar que, del siglo XVIII y después del eminentísimo don Gaspar de Jovellanos, es don Gregorio el único gijonés que se ocupó de aportar documentos y datos sobre su querida villa, pues si algún otro llegó a escribir algo, desapareció en el transcurso del tiempo y no llegó a nuestros días".

En la campa de Torres y en Cimadevilla se encuentran los innegables orígenes de Gijón siempre envueltos en leyendas y mitos, tesis no siempre aceptadas por quienes nunca aceptan nada más que lo que entienden que son sus verdades. Lo primero que hubo por estos lares fue el asentamiento urbano en la privilegiada atalaya de lo que hoy llamamos Campa de Torres. Y siglos después fue cuando se pusieron los primeros cimientos del Gijón de hoy en día.

Las teorías del polémico Gregorio Menéndez Valdés podrán ser puestas en solfa por los historiadores ortodoxos, pero lo cierto es que en los cimientos del arco de la Puerta de la Villa existía la siguiente acotación: "Fundola a la villa de Gijón, Gixán, hermano de Gerión, rey de España, a quien mató Osirios, rey de Egipto. Su hijo Hércules, en la propia Gixa dio muerte a su fundador. Vivieron estos príncipes como 500 años después del Diluvio"

Hasta Octavio Bellmunt y Fermín Canella en su prestigiosa obra "Asturias" recogen el hecho de que todo esto ocurrió en el siglo XXII antes de Jesucristo añadiendo como colofón "y valga nuestra palabra".

De hecho insisten en la tesis de Gregorio Menéndez Valdés al escribir que "prenda y garantía de los hechos referidos es el nombre de España en aquella época: Setubalia, Sein-Tuba-Lía que significa país de los hijos de Túbal. Y Setubalia e Iberia se llamó España hasta la venida de los fenicios que le dieron el nombre de Spania que significa conejera, por los muchos conejos de que hallaron poblada Andalucía".

Túbal -quinto hijo de Jafet y nieto de Noé- reconocido con el paso de los tiempos como padre de los forjadores de hierro y cobre, tras fundar varios pueblos en la Iberia caucásica, buscó nuevos horizontes.

Después del Diluvio Universal él tenía que cumplir la orden sagrada de esparcirse por la tierra por lo que se fue con su numerosa familia hacia Occidente. Su barco navegó por el Atlántico echando amarras en el estuario de un río al que puso el nombre de Turi-o al tomar posesión de él y de las riberas, cuyas fértiles tierras regaban sus aguas. Allí fundo un pueblo al que dio su nombre: Setúbal. Aquel clima templado era idóneo para los viñedos y también los plantó para lograr que las uvas diesen un exquisito vino blanco al que llamaría moscatel.

Años después volvió a ponerse en el camino para cumplir el mandato divino, por lo que se echó de nuevo con su barco a la mar y llegó hasta el Cantábrico, deteniéndose en un gran estuario natural en lo que hoy conocemos como la ría de Aboño.

Allí creó, en un estratégico promontorio en lo que ahora denominamos cabo Torres, otro pueblo homenajeando a su abuelo al ponerle el nombre de Noega: el agua rodea al pueblo de Noé.

Gran conocedor del tratamiento de los metales, Túbal y su familia crearon en Noega un poblado de caldereros para la fundición del bronce, el cobre, el estaño, la plata, el oro y el hierro. Se llamaban cilúrnigos por ser caldereros. Sus profundos conocimientos sobre la metalurgia -hasta entonces desconocida por estos lares- motivó que el poblado de Noega fuera uno de los asentamientos más prósperos de toda la costa del Cantábrico.

Veintisiete siglos después, en el yacimiento arqueológico, todavía se han podido encontrar crisoles, toberas, moldes de fundición, lingoteras, fíbulas, pendientes, pasadores, anzuelos y anillos, lo que demuestra la importancia de la industria que hubo en aquel asentamiento creado por gentes que procedían de la Iberia caucásica con técnicas desconocidas.

De acuerdo con las últimas investigaciones arqueológicas realizadas en la Campa Torres, el conjunto defensivo del castro está compuesto por un foso en forma de "V" excavado en la roca base, contrafoso o muralla inferior, antecastro y muralla.

Todos estos elementos aseguran los expertos forman uno de los conjuntos de arquitectura más espectacular y absolutamente desconocida en fechas tan antiguas en la fachada atlántica peninsular, ya que su construcción pudo iniciarse en el siglo VII antes de Cristo.

Sabido es que cuando se inicia una excavación arqueológica se hunden bibliotecas enteras de libros que nada tienen que ver con la realidad histórica y que durante siglos se han refritado a sí mismos, copiándose unos a otros, como quien cocina con grasas una y otra vez. Todavía falta por excavar más del noventa por ciento en este importantísimo yacimiento arqueológico, lo que redundaría en la potenciación del turismo cultural.

Allá vamos con una provocación con la esperanza de que nos haga reflexionar a todos sobre lo que tenemos y que no valoramos lo suficiente: ¿Alguna vez alguien se ha preguntado cuál es el origen de la palabra tubo y tubería? ¿Tiene sentido que la génesis de estas palabras esté en Túbal o no?