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ARA MALIKIAN | Violinista libanés, actúa el próximo viernes en el teatro de La Laboral

"Con mi energía sobre el escenario me libré de un estilo clásico y conservador"

"Basar los conciertos en la experiencia y la rutina sería un error grave, deben ser desde la frescura y la improvisación"

Ara Malikian, con su violín. LUISMA MURIAS

Hace quince años que Ara Malikian, violinista de origen libanés, se afincó en España. Desde entonces ha ofrecido más de 4.000 conciertos. El viernes, a las 21 horas, estará en el teatro de La Laboral, en una actuación de dos horas y media de duración, en el que hará un repaso por su carrera y por diferentes estilos. Malikian, que posee un violín Montagnana del siglo XVIII, destaca por su estilo peculiar y eléctrico de puesta en escena.

-De niño su padre le hacía tocar hasta que lloraba?

-No siempre, pero me hacía tocar hasta que me saltaban las lágrimas. Era una persona muy exigente. Y le estoy muy agradecido.

-¿El violín ha sido siempre un refugio para usted?

-Es un sueño hecho realidad. Una manera de ser feliz.

-Celebra su decimoquinto año en España. ¿Qué queda de aquel músico que llegó a este país?

-Queda mucho, pero en este tiempo he crecido, aprendido y desarrollado una personalidad. Estos 15 años ha sido una época muy importante en mi carrera, muy bonita y espero que los próximos sean iguales. La experiencia es importante, pero si empezamos a hacer los conciertos basándonos en la experiencia y la rutina sería un error grave. Debemos hacerlos basándonos en la frescura y la improvisación. Hay que renovarse, tener un poco de inocencia, y aprender cada día.

-¿Con sus acrobacias y energía en el escenario la música suena y llega mejor? ¿Ese factor espectacular que introduce en los conciertos le ha servido para acercarse al gran público y a los más jóvenes?

-Me libré de un estilo conservador y clásico. Con mi energía, empecé a hacer las cosas de la manera que a mí gustaba. Tuve la suerte de trabajar con compañías de danza y teatro, y me di cuenta de las posibilidades que te da jugar con todo el cuerpo, no solo con los dedos para afrontar la música. Me cambió la vida. En el escenario tu cuerpo es muy importante.

-¿Qué ofrecerá en su actuación al público de Gijón el viernes?

-Durará casi dos horas y media. Haré un repaso por lo que toqué durante estos 15 años. Será un viaje musical con diferentes culturas, países, estilos y géneros. Viajaremos por muchos siglos de música. Desde Bach a composiciones mías propias.

-La semana pasada actuó el violinista griego Leonidas Kavakos en Oviedo, en un concierto en el que dirigía la orquesta y tocaba el violín a la vez, ¿qué le parece?

-Esa práctica se hace muy a menudo, la figura de solista-director. Y a mí me encanta. El público tiene que hacer un esfuerzo para escuchar, no se distrae. El peligro es los músicos de orquesta, que deben de escuchar y solo miren al director.

-¿Echa en algún momento de menos el sonido de la orquestina sinfónica de la que fue concertino?

-El sonido sinfónico siempre lo tengo ahí. No tengo oportunidades de ser concertino y tocar las obras sinfónicas, como de Stravinsky, que son obras muy importantes. Era una fase en una vida, que recuerdo esa época con mucho cariño, pero necesitaba hacer otra cosa.

-Habla armenio, árabe, inglés, francés, italiano, alemán y español, ¿tiene curiosidad por aprender alguna idioma más? ¿Qué cultura ha descubierto gracias a conocer sus idiomas que le ha impactado o le ha llamado la atención más?

-Mi fuente de inspiración más grande son los viajes, conocer otras culturas y ver otros músicos. Aunque me gustaría aprender mucho más y seguir conociendo más idiomas. Para mí los viajes y la cultura es algo vital.

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