"Esto va a menos porque la incineración va a más. Pero bueno, la jornada ha sido intensa, como siempre".

Uno de los cuidadores del cementerio de Ceares reconocía así la realidad en la que ha tornado la preparación de la festividad de Todos los Santos. Ya no son las "riadas" de vecinos en procesión por Ceares para llegar al único camposanto urbano, pero igualmente en Gijón son muchos los católicos practicantes y no practicantes que cumplen con los familiares fallecidos por estas fechas. Lo que implica que no dejan de pasar la jornada en los recintos mortuorios limpiando y abrillantando lápidas y colocando flores con los que manifestar el respeto y el recuerdo a los difuntos.

Un gesto que, aunque sea una vez al año, no se ha perdido. De ahí que los guantes, las escaleras y los ramilletes -muchos de los cuales sirvieron para reponer los puestos hace un año- se hicieron más presentes que nunca en los cementerios de Ceares, Deva, Jove, Somió, Tremañes, Cenero, Cabueñes y Baldornón -los de gestión municipal- así como en los asociados a las parroquias y vinculados al arzobispado: La Reguera (Deva), Granda, Lavandera, Pavierna (Poago), La Braña (Roces), Ruedes, Villar (San Andrés de los Tacones), La Vega (Serín) y Vega La Camocha.

En Gijón sólo en los ocho cementerios municipales hay una capacidad de más de 80.000 unidades de enterramiento, a lo que se han tenido que ir sumando otras modalidades para el depósito de urnas y cenizas, en forma por ejemplo del Parque de la Cenizas del cementerio de Deva.

Además de los particulares también los operarios de Cegisa, la empresa mixta que gestiona el cementerio de Ceares le están dando otra cara en la medida de lo posible al que fuera durante décadas el gran camposanto local. Tras las críticas ciudadanas se intensificaron las labores de mantenimiento y mejora, con limpieza singular de cubiertas de baterías de nichos, poda de árboles, limpieza de canaletas, pintura, reposición de barandillas de hormigón y con una dedicación importante -aún no concluida- para el cierre de nichos vacíos, que en su día estuvieron ocupados y que agotado el periodo de alquiler y trasladados los restos, ya no pueden reasignarse par ir, paulatinamente, al cierre del cementerio. Se calcula que ya llevan cerrados más de 2.000 nichos y la estimación es llegar en un horizonte próximo a los 3.200.