A sus siete años Carla Fernández, alumna del colegio Begoña, dio ayer calabazas por primera vez. Y lo hizo presentándose al concurso de decoración de este tipo de hortalizas que organizó por cuarto año consecutivo el Jardín Botánico Atlántico de Gijón. La jugada le salió perfecta a Fernández. Su calabaza decorada con brackets hechos con anillas de latas de refresco y pulseras consiguió alzarse con el primer premio a la mejor decoración.

"Me inspiré en mi hermano, la decoración se le ocurrió a mi padre y tuve que trabajar dos horas", relató orgullosa la niña, que ya piensa en participar en la próxima edición del concurso. Ella no fue la única ganadora. En el apartado de mejor decoración el segundo puesto fue para Marta y Olaya Bango y el tercero para Olaya García. Pero ayer en el Botánico no sólo se premiaba la decoración. Las rarezas también tenían su espacio.

La calabaza más "extraña" fue la presentada por Dolores Costales, vecina de Candanal. "Es el cuarto año que me presento y hace dos también gané en la misma categoría. Creo que son raras porque planto muchas variedades y se mezclan", relató la concursante. Costales consiguió alzarse con la primera posición en una categoría en la que también competía su madre Mercedes. La calabaza de la progenitora quedó en el tercer puesto, por detrás de la "rareza" presentada por Mario Álvarez.

Pero si algo llamó la atención fue el apartado reservado a las hortalizas más grandes. A pesar de que este año nadie consiguió superar el ejemplar presentado por el Botánico -que pesaba 237,8 kilos-, el primer premio se lo llevó Jorge Guerrero, un vecino de Quintueles que se presentó con una calabaza de 230 kilos. El jurado también destacó la participación en este campo de Víctor Álvarez e Iván García y del niño Pablo García, que participó con la calabaza más pequeña, un ejemplar de "sólo" 29,2 kilos. En total en la edición de este año de "Calabazas y Calaveras" participaron medio centenar de agricultores.