Hace poco menos de dos años, días antes de la Navidad del año 2013, los bomberos acudían a lo que parecía un incendio de los tantos a los que tienen que hacer frente el servicio de extinción, en el número 14 de la calle Pinzón. Lo que encontraron en el lugar, sin embargo, distaba mucho de un suceso provocado por las llamas: sobre la cama del dormitorio principal de la vivienda se encontraba, sin vida, el propietario del inmueble, Amador Acebal. Empezaba entonces una investigación encaminada a identificar y detener al responsable del asesinato, resuelta con notable celeridad: la Policía dio con el acusado unos días después del crimen. Era Iván H. M., un joven con el que la víctima mantenía relaciones sexuales de forma esporádica y al que conocía de los ambientes gays de la ciudad. El mismo que el jueves se sentará en el banquillo de los acusados de la sección octava de la Audiencia.

A pesar de lo truculento del crimen no se espera que el juicio sea largo. El tribunal ha programado sólo dos sesiones de vista oral. El joven ya confesó en su día el crimen y fuentes jurídicas cercanas al caso no descartan que ahora llegue a un acuerdo para intentar reducir los 22 años de cárcel que pide para él la Fiscalía. En caso de que Iván H. M. acepte los hechos se cerrará el castigo de un crimen en el que, tal y como resaltó en su día la Policía Nacional, "hubo una mezcla explosiva de relaciones sexuales y consumo de drogas". El fallecido, viudo y de 57 años, conocía al que se convertiría en su verdugo desde meses antes, por eso la Policía le señaló desde un primer momento como principal sospechoso. La puerta de la vivienda no estaba forzada. El asesino, que utilizó dos cuchillos de cocina para cometer el crimen, tenía que ser un conocido.

La Policía encontró las armas blancas en el piso donde Iván H. M. fue detenido. Uno de los cuchillos estaba partido por la mitad fruto de un fuerte impacto. El otro tenía restos de sangre a pesar de que Iván H. M. lo había limpiado en un vano intento de borrar las pruebas. El joven llegó a reconocer incluso ante los investigadores que había quemado la casa para dificultar su localización. De nada sirvió: su relación con Amador y sus antecedentes por incendio de mobiliario urbano acabaron delatándole. La Policía dio de inmediato con él. Durante el registro de la vivienda en la que fue localizado, el joven se derrumbó, llegando incluso a llevar a los investigadores al lugar donde había arrojado las llaves de la casa de Amador, una alcantarilla de la calle Oriental que le pillaba de paso en su huida. En el momento del arresto, en casa de su novia, tenía en su poder joyas y aparatos electrónicos de la víctima.

Después de volver a reiterar su culpabilidad tanto ante la Fiscalía como en su primera declaración ante el juez de guardia, Iván H. M. fue trasladado a Villabona. Allí se le sometió a análisis psicológicos y de drogas. Llegó a sufrir una crisis de ansiedad en algunos de los interrogatorios.

El entorno de Iván H. M. recibió como un "mazazo" la detención del joven. Ni su familia ni su novia sabían que mantenía relaciones sexuales con hombres desde meses antes del fatal desenlace. La relación del reo con Amador Acebal había comenzado hacía unos cuatro meses del asesinato. Los amigos del fallecido vieron a la víctima acompañada del presunto homicida sólo en una ocasión. Fue a finales del verano de 2013 en un bar de copas. El encuentro se produjo poco después de que ambos se conocieran y empezaran a quedar de forma esporádica en el piso de la calle Pinzón, en el que Amador Acebal acogía a Iván H. M. cada vez que éste discutía con su madre y abandonaba el domicilio familiar.

Ahora el crimen pasa factura. A la petición de los 22 años de privación de libertad el fiscal encargado del caso suma la exigencia de que el acusado indemnice con 200.000 euros a la madre y a la hermana de la víctima. El jueves será la Audiencia Provincial la que tenga la última palabra. Iván H. M., sus familiares y amigos y los que rodeaban a Amador Acebal volverán a revivir la terrible noche, en vísperas de la Navidad de 2013, de un suceso que estremeció a Gijón.