La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Crónicas gijonesas

La herencia que valió unas escuelas

El testamento de Eutiquio García-Sala y Jove-Huergo a favor del sacerdote Ramón Piquero González permitió crear en Cimavilla un centro educativo para hijos de familias menesterosas

La herencia que valió unas escuelas

Una de las instituciones educativas de más raigambre y querida en Gijón, especialmente en Cimavilla, es el actual CES San Eutiquio-La Salle, las antiguas Escuelas de San Eutiquio de los Hermanos de la Salle, los "baberos", que formaron a varias generaciones de gijoneses, sobre todo del barrio alto.

Pero esa labor educativa, en principio destinada a los hijos de las familias menesterosas de la villa, tuvo su origen en dos hombres: el filántropo gijonés Eutiquio García-Sala y Jove-Huergo y el sacerdote mierense Ramón Piquero González.

Con apellidos muy ligados a la historia de Gijón, Eutiquio García-Sala y Jove-Huergo falleció, soltero, en abril de 1909, y en su testamento nombró heredero universal de todos sus bienes al entonces párroco de la iglesia de San Pedro Apóstol, la primera de la villa, Ramón Piquero González.

A su vez, el sacerdote hizo testamento en 1914, dejando sentado que "para gloria de Dios, Nuestro Señor, en memoria de mi bienhechor, don Eutiquio García-Sala y Jove-Huergo, y para bien de las clases menesterosas de Gijón, y preferentemente de las de la parroquia de San Pedro Apóstol, creo y fundo, con la denominación de Escuelas Cristianas de San Eutiquio, una institución benéfico-docente, a la que instituyo por mi universal heredera". ("Pequeñas historias de Gijón. Del archivo de un periodista", de Joaquín Alonso Bonet).

Se instituyó, de esta forma, un patronato para regir los destinos de las escuelas, que por deseo del párroco de San Pedro Apóstol fueron encomendadas a los Hermanos de la Salle, cuya presencia en Gijón se remontaba al año 1904 por las gestiones de un indiano de Villaviciosa, Ramón Álvarez Arriba, interesado en poner en marcha un centro especializado en estudios mercantiles (la Escuela Superior de Comercio de Gijón es posterior, la primera piedra del edificio se colocó el 2 de mayo de 1911, en la actual calle de Francisco Tomás y Valiente, y se inauguró el 17 de octubre de 1915).

El periodista y antiguo Cronista Oficial de Gijón Joaquín Alonso Bonet describió al párroco de la iglesia de San Pedro como "un hombre alto y fuerte, de rostro bonachón", que cuando se hizo cargo de la primera parroquia de la villa, en 1899, "venía a dar nuevas orientaciones a la vida parroquial".

El sacerdote se hizo popular muy pronto y entre sus feligreses tuvo a Eutiquio García-Sala y Jove-Huergo, descendiente de la familia que había fundado la capilla de la Trinidad (el actual Museo Barjola). La sintonía entre ambos fue muy estrecha y, así, el párroco de San Pedro Apóstol resultó el heredero universal de los bienes del caritativo y muy católico gijonés.

Ramón Piquero González, cura párroco de San Pedro Apóstol "durante 41 años y arcipreste del Partido durante 32" (se publicó en su esquela), falleció a las diez y media de la mañana del miércoles 8 de mayo de 1940, a los 74 años de edad, en la casa rectoral de la primera parroquia de la villa. "Puede decirse que fue la nota triste del día que llenó de duelo a Gijón, y fue sinceramente sentida en muchísimos hogares del barrio alto, donde su caridad se ha de notar desde hoy", según se puede leer en el obituario que el diario "Voluntad" publicó al día siguiente del óbito.

Ramón Piquero González había nacido en la parroquia mierense de Valdecuna, donde se venera a los mártires San Cosme y San Damián, y se había hecho cargo de la parroquia de San Pedro en agosto de 1899, según se puede leer en el obituario que el diario local "Voluntad" publicó el 9 de mayo de 1940, y "fue nombrado Arcipreste del Partido el año 1907". También desempeñó los siguientes cargos: coadjutor de Amandi (Villaviciosa), ecónomo de Coro (Villaviciosa) y párroco de San Jorge de Heres (Gozón).

"Vivió modestamente siempre, para que su generosidad tuviese más amplios horizontes", publicó "Voluntad" en su obituario, publicado en la última página del diario, en el que también se indicó que "el santo varón que rigió nuestro primer templo parroquial se caracterizó siempre por dos virtudes fundamentales en rigor de ascetecismo: la modestia y la caridad". Luego, en el obituario se recordaba que "durante su cargo de párroco de San Pedro, fundó las escuelas gratuitas para niños pobres, de uno y otro sexo, que regentan los Hermanos de las Escuelas Cristianas y las Madres Dominicas, bajo la advocación de San Eutiquio".

Compartir el artículo

stats