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la figura de la semana | sofía castañón | Cabeza de la lista asturiana de Podemos al Congreso

La candidata que no quiere ser una maleta

La joven poeta gijonesa, última generación de la EGB, ofrece un nuevo perfil en la contienda electoral del próximo 20-D

A Sofía Fernández Castañón, gijonesa de 1983 con cuidadas raíces en Mieres y Aller, le importan las palabras, sus significados y cómo suenan reunidas: la música de las sílabas. Es una poeta premiada, con varios libros en castellano y en asturiano. Y también una activista del arte en busca de las imágenes de nuestro tiempo, una inquietud que canaliza a través de la productora Señor Paraguas, donde labora con Juan Tizón, el compañero de casi toda su vida. No responde al sólito perfil de los políticos españoles, usuales manoseadores de vocablos a los que han dejado sin textura semántica por falta de coherencia entre lo que se hace y lo que se predica. Es alguien que aún cree en los significados. Y eso en un país en el que se han saqueado demasiadas cosas, también los diccionarios. Es, al menos, lo que ella dice. De ahí el interés que ha suscitado su elección al frente de la lista al Congreso que Podemos presenta en Asturias para las elecciones del próximo 20-D.

Una poeta de 32 años que, además, quiere ser diputada por uno de los partidos bautizados como "emergentes". Desde la voz de lija baturra de José Antonio Labordeta a las "coplas de Juan Panadero" de Rafael Alberti, que hizo su campaña electoral de 1977 hilvanando asonantes a pie de calle, no ha habido mucho hueco para la lírica y los líricos en la endogámica vida política española, más interesada en dar asiento en sus escaños a la prosa repetida de las nomenclaturas partidistas. Sofía Castañón -no reniega del Fernández paterno, pero el apellido se le fue descolgando cuando empezó a publicar en los papeles y a hacer televisión- llega así como un verso rubianco a la plaza de la contienda electoral más abierta y disputada de los últimos años, rota la bisagra del bipartidismo que ha hecho de gozne -hasta la abdicación de hace cuatro días- del "juancarlismo" de la segunda restauración borbónica.

Sorprendida al verse aupada a la cabeza del cartel asturiano de Podemos, quienes la conocen aseguran que asume una tarea que es nueva para ella desde la "alegría y la responsabilidad". Como si aún durasen las asambleas de plaza y megáfono del 15-M, aquel movimiento del que ella surgió desde el convencimiento de que la política, como señaló Aristóteles, es crucial en nuestras vidas, la piel que nos hace ciudadanos. "Creo en la posibilidad de cambiar las instituciones sin dejar los movimientos sociales", afirma ella misma, que avisa por si acaso a los aspirantes a hacer de bululú en el espacio abierto por Podemos: "No sirvo para dejarme llevar como una maleta".

Y da un toque, asimismo, a quienes sonríen con ironía e incluso desdén ante su perfil literario o artístico, su costado más conocido: "Me siento poeta, es cierto, pero también soy madre (tiene un niño de tres años, Enzo) y administradora de una pyme". Está metida de hoz y coz en muchas cosas interesantes para sospechar que no será, de resultar elegida el próximo 20-D, una de esas parlamentarias con ventosa que llevan media vida rodando el "trolley" desde sus provincias; esas gentes gesticulantes que se adhieren al escaño sin abrir la boca en los cuatro años de legislatura, atentas sólo a la mano en alto de la jefatura de bancada. "A mí me preocupa mucho lo que podemos hacer con el lenguaje y que, en demasiadas ocasiones, ni siquiera entendemos lo que nos dicen los políticos". No será coplera al modo del Alberti candidato, pero intuimos que algo versificará en una campaña en la que piensa prestar mucha atención a las zonas rurales del Principado, las grandes olvidadas, y a los olvidados de esas manchas desindustrializadas donde el desempleo pertinaz está devorando a toda una generación. Su único hermano, menor que ella, se fue a Alemania en el 2010, por elección, cuando llovían las pedradas de la crisis. Allí trabaja, en la Germania de Merkel, de profesor de Educación Física.

Cree uno que Sofía Castañón es una vástiga de esa clase media con inquietudes sociales y las ideas a la izquierda, como el corazón, que se fue creando en los cuarenta años que han pasado desde el Gran Óbito, o sea, desde aquel "Españoles, Franco ha muerto" que gimoteó Arias Navarro desde los televisores en blanco y negro. Nació en el hospital de Cabueñes, en Día de Difuntos, sólo un año después de la histórica mayoría absoluta de Felipe González. Hija de Félix Fernández, geólogo, y de Laura Castañón, carismática profesora de los talleres de creación literaria de la Universidad Popular de Gijón y autora de una novela muy recomendable, "Dejar las cosas en sus días" (Alafaguara), donde aparece aquel microcosmos del paternalismo industrial que el marqués de Comillas inventó entre Mieres y Aller.

La candidata de Podemos se recuerda como una niña "torpona" en lo físico, pero muy vívida por las inquietudes y una imaginación a la caza. Creció en las calles del centro de Gijón, en un hogar ocupado por los libros y muy atenta a los cuentos que su padre debía inventarle cada día. Fue al colegio de San Vicente de Paúl y es un ejemplo acabado de la última generación de lo que se llamó Educación General Básica (EGB). Por el camino se hizo rebelde, como en aquella canción de Jeanette, y dejó de asistir a misa. Las monjas lo entendieron. Protagonizó su primer 15-M cuando aquellas pías hermanas pretendían que las niñas se pusieran, en las clases, con el punto de cruz y los muchachos con la marquetería. Y como tenía a Mafalda por su heroína, la dejaron que hiciera lo que le viniera en gana. Posiblemente algo para lo que no precisara las agujas de bordado o la sierra de calar. Fue su primera victoria política.

Pasó luego por el instituto Calderón de la Barca, un centro que le permitió comparar la enseñanza pública y la privada. Y cuenta que ahí encontró "profesores maravillosos", el gusto por la escritura o la pintura. A los doce años hacía radio en La Calzada. Y a los quince se ennovió con Juan Tizón, el compañero con el que ha permanecido desde entonces. Un año después ya tenían juntos un programa en la desaparecida Televisión Local Gijón. Tras leer el primer libro de David González, el poeta de Cimavilla, se dio cuenta de que ella también quería escribir algo así. Ha firmado nueve poemarios y tiene en su morral de autora bilingüe premios como el "Asturias Joven de Poesía" o el "Nené Losada Rico". "De la memoria preservada a la vivencia conflictiva del presente, del yo al otro, del yo al nosotros", ha dicho de esa obra su amiga la también poeta Alba González Sanz.

Sofía Castañón, que completó los estudios de Filología en la Universidad de Oviedo, disfrutó de una beca en la mítica Residencia de Estudiantes durante el curso 2009-2010. Es curioso que fuera precisamente en ese privilegiado entorno intelectual donde se topara con las contradicciones de clase y de género que asoman, a su juicio, en un capitalismo en régimen de patriarcado. Después vino Pablo Iglesias, la construcción de Podemos y estas elecciones a la vista de la esquina a las que ella bien podría concurrir con estos dos versos de su cosecha: "Unos miren por atropar monedes, / otros atrocamos palabres".

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