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El esfuerzo educativo de los adultos

El Centro de Adultos, Premio Nacional de Educación, busca mejorar las tasas de titulación a través de un proyecto de salud basado en la integración social

El docente Rafa Fernández, de pie, imparte Matemáticas en el aula mixta de preparación de pruebas libres en el Centro de Educación de Adultos. MARCOS LEÓN

Profesionalidad, respeto y cariño. Este es el tridente del éxito del que se ha servido el Centro de Educación Permanente de Adultos de Pumarín para lograr la máxima distinción que otorga el Gobierno de España a través de los Premios Nacionales de Educación en la enseñanza no universitaria, en la categoría de Salud integral. Un éxito que llega en un contexto favorable, fruto del trabajo constante de todo el equipo que enseña en estas aulas, en el que suben los datos del alumnado que se titula y bajan a buen ritmo el absentismo.

El proyecto premiado tiene como objetivo crear nuevos entornos de aprendizaje para seguir precisamente en la mejora de esas tasas de titulación y promoción. Con educación intercultural e inclusiva. La fórmula llega a través de lo que llaman "salud integral". Una simbiosis entre la salud corporal, que potencia conductas favorables, como el ejercicio físico, la alimentación o la reducción del consumo de alcohol o tabaco, y la salud emocional, que implica trabajar en la autonomía, la autoestima y el pensamiento proactivo.

"Estamos en el buen camino, los datos son favorables pero deben servir para seguir con entrega y entusiasmo. Es un premio para coger impulso e ir por la misma senda", explica orgullosa Julia Magdalena García, que cumple este 2015 siete años como directora del centro.

El Centro de Educación para Adultos (CEPA) de Gijón, que el curso pasado contó con 3.611 alumnos, no está solo en la batalla de mejorar la calidad educativa, la adaptación a la realidad social, dentro de un marco de aprendizaje permanente. El trabajo de campo realizado para presentar el proyecto contó con la aportación de otros centros repartidos por la geografía española con los que contactaron para comprobar si existían similitudes en el comportamiento del alumnado. Los datos obtenidos por sus homólogos de Albacete, Alicante, Cáceres, El Puerto de Santamaría, León y Pontevedra, avalan la tesis de la entidad dirigida por Julia Magdalena García.

Todos muestran una sociedad diversa que tiene reflejo en la variedad cultural presente en las aulas. De no ser así "estaríamos al margen de la sociedad y este proyecto busca la integración", matiza Magdalena. Incluso han cruzado fronteras, lejos de Europa, para conocer sistemas educativos distintos de otras culturas. El cumplimiento de este propósito les llevó a Asia para, gracias a una profesora nipona, interesarse por el tratamiento de la salud integral en Japón.

El perfil del alumnado en el CEPA es variopinto. La mayoría alcanzan los 18 años de edad con estudios incompletos, están en paro o ocupados en trabajos no cualificados y, en consecuencia, sobre ellos planea un alto riesgo de exclusión social. "La sociedad que no forma a sus jóvenes es una sociedad que colabora en fomentar la exclusión social", es el lema que llevan a gala todos los trabajadores del centro. Casi se ha convertido en un dogma. Ellos juegan un papel fundamental a través del "apadrinado". Los antiguos alumnos, ya titulados, orientan y ayudan a través de sus experiencias a los incipientes estudiantes.

También conviven con inmigrantes. Personas de otras nacionalidades, a quienes les interesa aprender español, principalmente por motivos laborales. Pese a la práctica desaparición del analfabetismo en España el término ha adquirido sus matices conforme ha evolucionado la sociedad al punto de enfrentarse ahora al concepto de analfabetismo funcional que incluye a las personas que han quedado descolgadas de la sociedad y sin adaptación. No faltan quienes proceden del ámbito laboral y que o bien están en paro o acusan bajas de larga duración. También tienen presencia las provenientes del ámbito doméstico, como amas de casa o empleadas del hogar. Dar cabida a todo el mundo enlas mismas aulas hace imprescindible la colaboración y la ayuda de todos.

Cuentan con el apoyo de la Consejería de Educación del Principado de Asturias y han de adaptarse a las nuevas condiciones que demanda la sociedad a través de sus proyectos educativos, logrando así mejorar la calidad y favorecer el progreso social y económico y permanentemente enfocados a cumplir con la estrategia europea educativa y de formación 2020.

El centro oferta dos posibilidades de titulación. Por un lado la docencia, clases presenciales, abarrotadas y con lista de espera, y otro sistema, a distancia con dos tutorías semanales por ámbito. Ambas desembocan en la consecución de titulación para lograr el objetivo. Pero en los últimos años hay cursos en que la demanda excede a las plazas de que disponen. No obstante nadie se queda sin respuesta. "Estamos adaptados a la realidad, nuestro funcionamiento activo permite actualizar constantemente las listas de espera. No podemos dejar a nadie sin respuesta", recalca.

El Premio Nacional que ahora saborean en el CEPA se suma al obtenido por la entidad en 2011. Entonces fue el "Premio Miguel Hernández" que otorga la Dirección General de Formación Profesional por dos proyectos, en concreto, una plataforma digital que favorece las titulaciones en la ESO online y el curso de preparación del examen teórico del carné de conducir para personas con especiales dificultades (problemas con el idioma o bajo nivel de alfabetización). Un galardón que les sirvió para representar a España en los premios internacionales de alfabetización de la Unesco. Además se alzaron con el segundo puesto en el concurso de Buenas Prácticas Educativas, convocado por la asociación "Mejora tu Escuela Pública" en 2013.

Al margen de las condecoraciones, que sí es cierto que ayudan notablemente por su repercusión económica, el regocijo personal que supone el trabajo que desempeñan viene dado por la consecución de los objetivos planteados. "No hay mayor satisfacción que encontrarse con antiguos alumnos del centro que, orgullosos, te dicen: profe, ya estoy trabajando, me va muy bien", recuerda conmovida Julia Magdalena García.

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