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GABRIELA YBARRA | Escritora, acaba de publicar "El comensal"

"He perdonado a los etarras que mataron a mi abuelo para no vivir con el rencor"

"Es cierto que mi libro recoge el duelo por el fallecimiento de mi madre; la literatura suele surgir de un conflicto"

Gabriela Ybarra, ayer, en Gijón. ÁNGEL GONZÁLEZ

La escritora Gabriela Ybarra (Bilbao, 1983) une en su primer libro dos muertes: la de su madre, víctima del cáncer, y la de su abuelo. A éste, Javier de Ybarra, prominente empresario vasco, alcalde de Bilbao y académico de la Historia lo secuestro y asesinó ETA en 1977. De esos sensibles materiales ha surgido "El comensal" (Caballo de Troya), un texto que ha llamado la atención de la crítica y que su autora presentó ayer en el Ateneo Jovellanos.

-Algunos críticos han definido su libro como una "novela de duelo". ¿Está de acuerdo?

-Nunca me he llevado bien con las etiquetas, no sé cómo colocarlas. Es cierto que es un libro que recoge el duelo por la muerte de mi madre y que, en ese sentido, participa de ese ritual.

-¿Tiene más interés literario el dolor que otro tipo de sentimientos?

-Probablemente es así. La literatura suele surgir de un conflicto y donde hay dolor suele existir ese conflicto. De ahí salen las historias más potentes.

-Se inscribe en una línea de autores, de Abad Facioline a Milena Busquets, pasando por Marcos Giralt, que hacen literatura a partir de una determinada experiencia familiar...

-He leído sus libros, aunque en algún caso, como el de Giralt, la situación de partida es distinta. Cuando tengo algún problema, me gusta buscar consuelo en libros que traten sobre lo que estoy viviendo en ese momento. Durante el duelo de mi madre leí ese libro de Giralt, además de otros de Joan Didion y un texto de la poeta Anne Carson sobre el duelo por la muerte de su hermano. Me dio muchas pistas.

-¿Le gusta más escribir a partir de la propia biografía que hacer ficción?

-Las dos cosas. Ni siquiera me lo he planteado. No fue deliberado que me pusiera a escribir sobre el duelo; fue surgiendo. Antes había escrito algunos relatos llenos de ficción, así que ignoro lo que saldrá en un futuro. Acabaré escribiendo un híbrido.

-¿Cómo surgió "El comensal"?

-A mi madre le diagnosticaron, en el año 2011, un cáncer muy agresivo. Fue una enfermedad rápida, y al poco de su muerte me puse a escribir para tratar de buscar un sentido a lo vivido. Fue un ejercicio, un intento de explicarme el pasado para entender.

-Usted acompañó a su madre en el tratamiento que recibió en Nueva York...

-Fueron días dolorosos y, a la vez, algunos de los más felices de mi vida; momentos muy intensos que nos unieron más: compartimos muchas cosas.

-Es una muerte a la que usted asiste, pero ¿por qué la relaciona con la de su abuelo, que usted no vivió?

-La muerte de mi abuelo no estaba muy presente en las conversaciones familiares, aunque mi padre sí hablaba de ella. Cuando empiezo a escribir sobre el fallecimiento de mi madre, me doy cuenta que esa muerte de mi abuelo había tenido mucha importancia en mi vida. Su asesinato tuvo unas consecuencias que la familia seguía arrastrando. Además, mi padre estuvo muchos años amenazado, así que yo había estado conviviendo con la muerte. Y, sin embargo, me relacionaba con ella como si fuera una especie de ficción.

-Da con el cabo del asesinato de su abuelo y reconstruye una memoria familiar con la presencia de la muerte...

-Sí, pero de una manera que me sirviera a mí. Es posible que mi padre o mis hermanas lean el libro y lo vean de otra manera.

-¿Su padre lo ha leído?

-Sí, y ha ido muy bien. Mi padre llevo en soledad durante muchos años el peso de la amenaza terrorista. Fue un factor de aislamiento. A partir del libro pudimos hablar de muchas cosas, como si se abriera una compuerta.

-Tuvieron que irse del País Vasco...

-En 1995 nos mudamos a Madrid.

-No es habitual que una mujer joven aborde un tema como el de la muerte.

-Tal vez, pero a mí me ha resultado liberador. Que mi madre supiera que iba a morir, que no hubiera tabúes, y hacer visible la muerte de mi abuelo, me ha ayudado a asumir que eso ocurrió. Vivir la muerte de mi madre me ha dado pistas sobre cómo me gustaría afrontar la mía. Me gustaría hacerlo desde la sencillez y la aceptación. Tenemos a la muerte metida en el cajón de la ficción.

-¿Empezó a escribir el libro durante la enfermedad de su madre o después?

-Después, aunque durante la enfermedad sí tomaba notas, pero sin la idea aún de escribir un libro. Lo primero que hice tras su muerte fue apuntarme a un taller literario.

-La vocación estaba ahí...

-De siempre. Escribía mucho de niña y sabía que tarde o temprano era algo que iba a salir. Hay mucha gente que se ha sorprendido, pero a mí me ha resultado algo natural. He hecho relatos, lo que ocurre que estudié Empresariales...

-¿Por obligación?

-Quería estudiar Filosofía, pero me dijeron que adónde iba con esos estudios. Si pudiera volver atrás, hoy estudiaría Filosofía.

-Su familia ha estado durante años en el objetivo de ETA. ¿Se llega a perdonar?

-Creo que sí. Suelo puedo hablar por mí, claro. Yo he perdonado por mí, por mi bienestar, porque no me gusta vivir con la sensación del rencor. Ahora bien, tampoco puedes obligar a nadie a que perdone, más cuando le han asesinado a un familiar.

-¿Ha sido muy duro convivir con esa amenaza permanente?

-No es agradable, desde luego. A pesar de todo, yo considero que he tenido una vida bastante feliz. Está la voluntad de vivir a pesar de todo. Es cierto, por ejemplo, que sufrí mucho con el traslado a Madrid, cuando tenía doce años. Ahora, en cambio, me costaría volver a Bilbao. Es terrible, pero somos capaces de incluir en nuestra rutina cosas horrorosas. Eso pasó en el País Vasco.

-Se aprende a convivir con el miedo, pero es malo...

-Claro que es malo, porque terminas creyendo que el horror forma parte de lo cotidiano.

-¿El final del terrorismo es también el del sufrimiento o se mantiene de otra manera?

-Sigue. Mi abuelo murió hace cuarenta años y en mi familia, sin embargo, no se ha superado. A la generación de los nietos también nos ha afectado todo lo ocurrido.

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