"Siempre odié 'Teorema', que me parecía un rollo insoportable", dijo ayer el profesor de Filosofía y escritor Juan J. Alonso sobre la película que Pasolini estrenó en 1968. "A mí lo que me ha gustado ha sido 'Maciste', las películas de vaqueros, Fu-Manchú, el fútbol...", añadió en defensa de la cultura popular, de sus propuestas y mitos como elaboraciones sin las que no hablaríamos de muchas de los asuntos que engranan los debates contemporáneos. ¿Y por qué eligió al personaje creado por Sax Rohmer en 1913, más concretamente las películas que se inspiraron en Fu-Manchú, para un ensayo que es, también, una reflexión sobre el mal? "Es el mejor porque es el más malo de todos los malos", respondió.

Juan J. Alonso llenó ayer la sala de conferencias del Centro Antiguo Instituto para presentar su libro "El mundo volverá a saber de mí", que acaba de editar el sello asturiano Rema y Vive. Fue una puesta de largo divertida, en la que le acompañaron, con el ingenio atento, el periodista Pachi Poncela (recordó a los malos de sus años de colegial, unos tales Luis y Ramonín), y el hermano del ensayista, Jorge Alonso, uno de los editores. Al acto asistió también el viceconsejero de Cultura, Vicente Domínguez, que ha publicado en la citada editorial "The horror! The horror!", muy erudito trabajo sobre "Apocalypse now", el filme de Coppola.

Juan J. Alonso, uno de los comentaristas que firma en LA NUEVA ESPAÑA como Antonio Rico, empezó su charla con la proyección de una escena de "El tercer hombre", cuando a Joseph Cotten, improvisado conferenciante, se le va el público de la sala. El autor de "El mundo volverá a saber de mí", la frase con la que Fu-Manchú ha despedido sus fracasadas maldades contra Occidente y la raza blanca, supo mantener al suyo en los asientos con una charla en la que, además de hablar de las andanzas del maligno que encarnaron en cine Boris Karloff y Christopher Lee, recordó sus cines de barrio (el avilesino Rafaga, por el nombre de su dueño, Rafael García, o los gijoneses Goya, Albéniz o Arango).

Por lo que contó Juan J. Alonso, este ensayo, donde también se habla de Dios y del mal, de atentados y de otros malvados reales o de celuloide, toma como fuente de análisis a Fu-Manchú porque el fue el primer gran villano que la sorprendió desde la pantalla con sus maquinaciones inútiles por la oposición de Sir Denis Nayland Smith, investigador de Scotland Yard. "Ha sido un malo fascinante por su aspecto y sus planes", comentó, para encadenar: "Y, además, tuve manía siempre a ese inspector que quería ser Sherlock Holmes sin lograrlo".

Para el profesor y ensayista, a quien ayer algunos de sus alumnos preguntaron sobre qué es el mal y qué es el bien -esas preguntas que vienen de lejos, de muy lejos-, uno de los problemas notables de Fu-Manchú es que ignora la "navaja de Ockham", el principio metodológico atribuido al fraile y filósofo escolástico. La sencillez frente a las complejidades sin tino del malo que amenaza siempre con volver.