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ÁNGELA GARCÍA CARRASCO | Autora del libro "Protocolo hotelero internacional"

"España tiene muy buena reputación en la hotelería por la empatía con el cliente"

"El turista cuando llega al hotel ya sabe lo que le espera; si el trabajador no está a la altura te enfrentas a un problema"

Ángela García Carrasco, en el puerto deportivo de Gijón. DAVID MOURIZ

Ángela García Carrasco (París, 1971) es gijonesa de adopción, lugar al que se trasladó al poco de nacer. Licenciada en Turismo en la Universidad de Oviedo, lleva trabajando dos décadas fuera de Asturias y en el extranjero. Actualmente es directora de una prestigiosa cadena de hoteles en Bruselas. Antes trabajó en Madrid, Málaga, Cenicero (La Rioja), Irlanda, Inglaterra, Hungría o Francia. Acaba de publicar la primera parte del libro "Protocolo hotelero internacional", una guía para viajar y para los trabajadores de la hotelería con las tradiciones de los ciudadanos europeos detallada por países.

-¿En qué consiste el protocolo hotelero internacional?

-Es la unión de dos apasionantes mundos, el de la hotelería y el de protocolo. Normalmente hay una gran confusión, porque cuando hablas de protocolo en hoteles la gente piensa que es cómo poner la mesa o las banderas de un hotel. Y es mucho más. Lo que trato es de explicar es en qué manera interrelacionan estos dos mundos, cómo se complementan, por qué se necesitan y por qué se deben unir.

-¿Cómo se deben relacionar la hotelería y el protocolo?

-Hay que tener en cuenta que en este mundo vertiginoso y cosmopolita en el que vivimos todos estamos en continua interacción con gente de diferentes países, culturas y tradiciones. Tenemos que conocerlas para así respetarlas y para que nos procure el éxito. En el hotel es necesario saber de protocolo porque si te viene la delegación de Estados Unidos, Israel, Latinoamérica o Japón, es muy diferente la manera de recibirlos, de preparar las habitaciones, de tratar la estancia, preparar el típico regalo de bienvenida o los menús.

-¿Cómo afecta la forma de viajar a un trabajador del sector de la hotelería?

-No tiene nada que ver el turismo y la forma de viajar en el siglo XXI con respecto al pasado. Todas las compañías baratas de vuelo u hoteles accesibles para todo el público hacen que la manera de viajar se hayan expandido. Todo el mundo viaja, hace escapadas de puentes y todo está al acceso de todo el mundo. Toda la información de los hoteles está disponible. La gente viaja por placer y hay cada vez más hoteles de lujo o turismo enfocado a la gente que va de "shopping". Antes se salía porque venían las vacaciones y era un momento de estar con las familias. Ahora cada vez más la gente se desplaza y si queremos estar a la última tenemos que poder darles ese servicio.

-¿Cómo se puede seguir mejorando?

-Hay que ser ambiciosos y tanto en el turismo en los hoteles como en el protocolo, hay que estar en constante formación y evolucionar. El protocolo antes era formal y más institucional, y se relacionaba con la Casa Real o el Ministerio. Hoy en día también abarca el mundo de la empresa o el deportivo, con una Olimpiada o una competición de fútbol que mueve mucho público y se necesita un orden y unas normas básicas de protocolo.

-¿Qué cosas curiosas se pueden encontrar en cada país en su guía?

-Esta es la primera parte y me centré en países diferentes de Europa. La segunda vendrá lo más interesante, cuando hable de Asia o Latinoamérica. Los más curiosos y diferente son gente como las de los países nórdicos, que son muy estructurados y organizados. Y nosotros somos más improvisadores. Un ejemplo es el de la hotelería, en Bruselas, donde haces un "check in", en uno de los hoteles emblemáticos, y te hacen todos el "check in" de manual, perfecto desde que empieza hasta que acaba y con las frases idóneas. Pero es muy frío, casi ni te miran a la cara ni te sonríen. En España, a lo mejor te saltas dos pasos, y no es tan perfecto ni de manual, pero el cliente acaba probablemente más agradecido porque hay más empatía. Tenemos tan buena reputación a nivel de hotelería porque somos muy empáticos y sabemos ir más allá y satisfacer mejor las necesidades. No somos tan fríos. Pero lo ideal es complementar.

-En un mundo multicultural, poliglota, globalizado, que la gente llega con una información muy concreta y estructurada a su destino vacacional, ¿beneficia o perjudica?

-Beneficia porque siempre hay que buscar la sexta estrella, la excelencia, la calidad del servicio. Pero si que es verdad que nos obliga a ser más exigentes, estar en continua evolución. El cliente cuando llega a su destino vacacional ya ha chequeado la información, sabe lo que se espera, y como no estés a la altura te vas a enfrentar a un problema. Ahora ya no se puede vender la moto. Antes era contraproducente y ahora, al estar la información más a mano de todo el mundo, hay que hacer una labor mil veces mejor. La información es poder y ahora todo el mundo la tiene. Un joven de ahora, de 15 años, tiene más información en su móvil o ipad, que políticos de hace 20 años. Está todo cambiando y creo que es para bien.

-¿Es el turismo de negocios el sustento del sector?

-Depende del país. Pero aparte del turismo vacacional, de lujo, de compras o religioso, el turismo de negocios y el MICE (Meetings, Incentives, Conferences and Events) está pegando muy fuerte y mueve mucho dinero.

-¿Debería primar en Asturias este turismo antes que el vacacional?

-Sí. Tenemos Palacios Congresos, hoteles, y un programa social con muchas posibilidades, gastronomía o paisajes excepcionales. Pero fallan las comunicaciones, sino mejoramos la cartelera de vuelos nos vamos a quedar siempre aislados.

-Antes hablaba de los premios "Princesa de Asturias", ¿qué opinión le merece la polémica generada en torno a su celebración?

-No la entiendo y me da mucha rabia. Ponen a Asturias en el mapa. Como asturiana no hay nada con más orgullo que estar en Budapest y que hablen de Asturias y lo retransmitan. En caso contrario no seríamos conocidos. El máximo exponente de protocolo, y una referencia de Asturias, que vaya a tener esta polémica, me parece algo contraproducente. Es tirarnos piedras contra nuestra propio tejado.

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