Paco Ramos Muñiz, de 58 años es el portavoz de Ecologistas en Acción en Asturias, uno de cuyos frentes de acción es la lucha contra la contaminación. La entrevista se realizó mientras un centenar de fuegos arrasaban ayer montes asturianos.
-¿Qué reflexión le merece esta oleada de incendios?
-Un informe de 2011, cuando estaba De la Riva de fiscal de medioambiente, ya señalaba que el 83% de los incendios forestales estaban relacionados con el uso para incrementar la superficie de pastos. Cuando estuvieron Los Verdes con IU de semisocios con el PSOE en el gobierno, intentaron corregir eso con una ley para prohibir el pastoreo durante años en las zonas quemadas, eliminando así la tentación de quemar para tener pastos. Cuando se rompió el pacto y volvió a gobernar en solitario el PSOE, eso lo anuló, por las presiones de los ayuntamientos.
-Pasemos a la contaminación.
-En el noroeste de España siempre tuvo más que ver con dióxidos de azufre y la contaminación por partículas, ambos ligados a la actividad industrial.
-¿Cómo se puede controlar su origen?
-Haciendo lo que se hizo en Euskadi en 2005, analizar en las estaciones de control de la calidad del aire la composición de las partículas recogidas en sus filtros y la dirección del viento. Eso se hizo y el resultado se recogió en los planes para la contaminación en Gijón y en Avilés. Ahí se ve que en Gijón hay niveles altos que tienen que ver con el tráfico, en determinadas horas; con el Puerto, como durante las obras de ampliación y con la actividad industrial, fundamentalmente siderúrgica. Se detectó en Cuatro Caminos elevados niveles de hierro en las partículas cuando soplaba el viento del suroeste y esto se asocia a Veriña, fundamentalmente al sínter. En Avilés, la contaminación tiene mucho que ver, con vientos del este, con la blenda almacenada en el puerto para Asturiana de Zinc. Las causas de la contaminación son bastante evidentes.
-¿Emisiones difusas o por chimenea?
-Hay de las dos. Tenemos un enorme problema de contaminación por partículas en suspensión por el transporte por carretera y que es una contaminación muy visible, porque la gente tiene que limpiar todos los días dos botes de polvo de sus terrazas. Y luego está aquella contaminación que más nos preocupa y que es menos visible, que es peor, aunque están correlacionadas: Donde hay mucho polvo en suspensión también habrá muchas partículas más pequeñas, que son las más dañinas para la salud porque profundizan más en nuestro sistema respiratorio. Muchas de estas partículas están relacionadas con el tráfico, con los diesel y también con las reacciones químicas que se producen en la atmósfera de distintas emisiones industriales.
-¿Qué hacer?
-El plan que ha aprobado el Principado tiene buenas medidas, aunque insuficientes. Lo que falta es que se apliquen. Un plan de movilidad, la aplicación de las normas en los manejos de graneles en El Musel. En el caso de las industrias el problema es el sínter, que en años pasados no cumplió los límites de emisión y que lanza emisiones muy concentradas aunque puntuales, con niveles desorbitados. Hace falta mejorar el servicio de control ambiental del Principado, que tiene escasez de medios para hacer inspecciones. También hay que exigir las mejores técnicas disponibles en las autorizaciones ambientales a las empresas. Sabemos que el sínter B de Veriña ya era viejo cuando la trajeron de Avilés. No sólo hay que incidir en que Arcelor haga inversiones relacionadas con la mejora de la producción, también otras.
-¿Qué efectos tienen la exposición a esos niveles puntuales de elevada contaminación?
-La Consejería de Salud del Principado está haciendo ese estudio para ver la relación entre los niveles de contaminación y los ingresos en centros de salud.
-Hay voces que abogan por que no haya un exceso de celo en el control medioambiental.
-Lo que dijo el secretario general de MCA-UGT en Asturias, de que hay que tener cuidado con la reina de la corona y en vez de multar, "hablar, hablar y hablar", es incitación a la prevaricación.
-La Cámara de Comercio dice que no hay que tener ese exceso de celo y tener en cuenta la sostenibilidad económica de las empresas y la social.
-No hay leyes de primera y de segunda. Ese mismo planteamiento sería aplicable a los salarios, a las cotizaciones sociales o a las regulaciones de impuestos. Si no cumplen la ley, que se atengan a que les sanciones. Lo que vemos es que en cuestiones medioambientales, las sanciones son ridículas. Las amenazas sobre deslocalización o pérdidas de empleo en Asturias tienen otras razones, como competencia de productores más baratos o que las decisiones en las multinacionales se toman muy lejos de aquí.
-¿Cómo ve a las administraciones en este tema?
-En la primera reunión de seguimiento del plan de calidad del aire hubo una pelea entre la Alcaldesa y la representante de medioambiente de ArcelorMittal. Y dura. La Alcaldesa dijo que representaba a todos los ciudadanos de Gijón y exigía este tipo de cosas, mientras la representante de Arcelor casi se veía demasiado controlada, cuando en el pasado había mejor entendimiento. Fue muy curioso, porque la Consejera de Medioambiente del Principado, que estaba delante, tardó mucho en reaccionar para decir lo mismo, que estaban allí para defender los intereses de la gente.
-¿Hay sensibilidad?
-La contaminación en Asturias fue mucho mayor en el pasado. Ahora hay más sensibilidad, con una sociedad que está harta de todo, de que la roben, de que haya corrupción, de la situación económica y también está harta de este tipo de cosas.
-Ustedes tiene estimaciones sobre las consecuencias de la contaminación por partículas en Gijón.
-Aplicando el factor que usa la Organización Mundial de la Salud sobre los niveles de contaminación por partículas, en Gijón cada año la contaminación provoca la muerte prematura de más de 100 personas. En mi último cálculo, 113. Eso sin tener en cuenta los niveles de contaminación por óxidos de nitrógeno.
-¿Y la situación de Avilés?
-En el caso de Avilés, el problema es más concreto y ya se ha hecho lo previsto en el plan; mover el parque de minerales del puerto y ponerlo a cubierto. Si persiste el problema es porque no se ha limpiado la parcela sobre la que antes se almacenaban y eso es lo que sigue provocando niveles altísimos de contaminación.
