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De la Antártida a La Calzada

Un expedicionario inglés afincado en Gijón relata en el colegio de su hijo sus viajes al continente helado para combatir el cambio climático

John Ball narra sus expediciones a la Antártida en presencia de los alumnos del IES Padre Feijoo. A la izquierda, en la tarima, su hijo Daniel, que tradujo simultáneamente las palabras de su padre al resto de compañeros. JUAN PLAZA

El expedicionario inglés John Ball participó entre 1986 y 1992 en dos campañas en la Antártida como guía y seguro de los científicos que allí estudian los efectos del calentamiento global. Con la simple ayuda de motos de nieve, trineos tirados por "huskies" y la intuición. Ayer, varios alumnos de secundaria del IES Padre Feijoo disfrutaron de un amplio parlamento enmarcado en las actividades del programa bilingüe en inglés del centro, sobre sus experiencias en el continente de hielo.

Resultó una charla amena, en inglés, y con la traducción simultánea de su hijo Daniel, alumno del centro. En varias mesas estaban extendidos, como en un museo, los diferentes materiales que utilizó en sus viajes para una estancia de cinco meses más otros cuatro que dura el trayecto de ida y vuelta, en barco especial para atravesar el agua congelada. Rocas y fósiles, arneses, crampones, cuerdas, esquís, cascos y muchas prendas de abrigo avalaron la historia contada a través de imágenes proyectadas que ayudasen a trasladar a los alumnos a la nieve. A la fría llanura de la Atlántida y con el objetivo de concienciarles para combatir el cambio climático. "Además del compromiso de los países en la cumbre del clima de París, pensad qué podéis hacer vosotros para combatir el cambio climático", les propuso John Ball.

John Ball es un hombre comprometido con el medio ambiente. Nació en Castleford, Yorkshire, y es un experto montañero en condiciones extremas. Se afincó hace ocho años en Gijón donde vive junto a su mujer, asturiana, y sus dos hijos. De los días de tormenta, viento fuerte y 50 grados bajo cero de la Antártida a la calidez de La Calzada. De las grutas que se forman por el deshielo, con gran profundidad donde ni siquiera se intuye el fondo, de guiarse mediante mapas, brújula y prismáticos, y de la soledad en la inmensidad de un océano de hielo a las calles asfaltadas, las tiendas, las telecomunicaciones y la familia del barrio gijonés.

Se percibía la nostalgia a través de las instantáneas de icebergs, de distintas formas y tamaños, el sistema montañoso de la Antártida, la fauna, con pingüinos, focas y aves, las imágenes del grupo, en tiendas de campaña o en la base donde descansaban y festejaban los días donde el clima impedía las expediciones, con especial hincapié con una fotografía del científico Andy Smith, experto en la Antártida, que desde hace 30 años profundiza en cómo el esplendor de la gran superficie helada se descongela a un ritmo aterrador. Ambos compartieron grutas, proyectos y la inmensidad de un océano de nieve que empieza a aguarse.

En consecuencia John Ball no ha parado de ofrecer conferencias y charlas de concienciación para jóvenes y así colaborar desde Gijón a frenar el cambio climático con algo tan cotidiano como ahorrar agua o ir en bicicleta. Todo por su amigo Andy. Y por la Antártida.

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