"Jugar al duro ya no será lo mismo". Este era sólo uno de los mensajes con los que los internautas gijoneses reaccionaron ayer a la noticia del cierre definitivo del bar El Molinucu, situado en la esquina entre las calles La Merced y Domínguez Gil. No era para menos. El establecimiento hostelero abierto en 1971 por el salmantino Manuel Fernández Prieto fue, para muchas generaciones de asturianos, uno de los locales de referencia de la "movida nocturna". "Allí hemos vivido muchos buenos momentos que a partir de ahora sólo existirán en nuestros recuerdos", resumía otra usuaria de Facebook lamentando el cierre.

Hace ahora diez años, en enero del año 2006 los propietarios del establecimiento gijonés ya habían amenazado con el cierre. Los dueños querían "dejar de aguantar jumas" -lo llegaron a poner por escrito con esas mismas palabras un cartel colocado en el establecimiento-. Pero finalmente se echaron atrás y siguieron con el negocio de lo que había empezado siendo una conocida casa de comidas que llenaba a diario con su menú del día y que se acabó convirtiendo en una referencia a primera hora de la noche para decenas de adolescentes. Muchos de ellos trataban ya casi como de la familia al propietario Manuel Fernández Prieto, "el Camioneta", y a su mujer, Amalia Regalado, conocida por ser, además, una gran cocinera, afamada, por ejemplo, por sus pimientos rellenos de bacalao, el cochinillo o las croquetas. Por allí se dejaban ver, entre otros muchos, el arzobispo Gabino Díaz Merchán, en amigable comida con los curas obreros gijoneses José María Bardales o José Luis Martínez. Tras esa primera etapa de comidas, llegó la otra donde dominó el ambiente nocturno adolescente. Ahora las dos quedarán sólo en el recuerdo. "Algo se me ha roto por dentro", lamentaba ayer una internauta en la página de Facebook de este periódico. Al cierre de míticos en la noche como el Oasis o la Otto se suma ahora el local por excelencia para "jugar al duro".