Hasta que salieron al balcón del Ayuntamiento, rondando las diez de la noche, Melchor, Gaspar y Baltasar habían cumplido con una apretada agenda en la ciudad que se inició en la explanada del Acuario a las diez de la mañana. La tímida lluvia que acompañó la recepción en Poniente no impidió que cientos de niños madrugadores jaleasen su llegada. Los Reyes Magos se subieron en los dromedarios que allí les esperaban y tras dar un paseo por la arena se cobijaron del agua en el tendejón cercano al Acuario.

A las diez y media dio comienzo la "cabalgatina" oficial con los reyes montados en los dromedarios y arropados por su guardia real. El recorrido transcurrió por la calle Rodríguez San Pedro hasta la plaza del Marqués donde fueron recibidos por el equipo de gobierno local, capitaneados por la alcaldesa Carmen Moriyón. "Un año más venimos maravillados a Gijón por el recibimiento que tenemos. Que los niños sepan que van a ser correspondidos", reveló Melchor. No obstante, Gaspar recordó que no sólo traen regalos para los niños. "Traemos regalos para papás, mamás y abuelos y abuelas. No pueden faltar", matizó el segundo rey. Mientras, no paraban de sumarse más niños a la espera de besos y caricias de los reyes que aguantaron bajo paraguas las acometidas de la lluvia y el viento.

Tras el encuentro, Sus Majestades cambiaron sus monturas por el coche para el tradicional recorrido por Gijón antes de comenzar la recepción en el Consistorio. En orden, subieron hasta el salón del Ayuntamiento donde algunos rezagados aún entregaban en mano sus cartas. "He sido muy buena este año y espero por un restaurante de 'Nenuco'", le pidió Sara Grande, de cinco años, a Melchor. Por las rodillas de Baltasar pasó Elio Pastur, de cuatro años. "Me he portado genial y quiero que me traigan el 'Halcón milenario'", solicitó el joven fan de la Guerra de las Galaxias.