José Luis Suárez Sierra es gerente de la empresa AST Ingeniería, que se encarga, entre otras cosas, de asumir la simulación por ordenador para luego testar los proyectos en entornos reales. También colabora como profesor adscrito de la Universidad de Oviedo. Ayer, en la Escuela Politécnica, defendió su tesis doctoral "No lineadas térmicas y estructurales en ingeniería de la construcción", que estuvo dirigida por Juan José del Coz Díaz y Mar Alonso Martínez.
-¿Por qué no es habitual que directivos del mundo de la empresa hagan tesis doctorales?
-Es algo difícil. En mi caso he conseguido hacerla por un compendio de artículos, porque tengo el apoyo de un equipo y porque en nuestra empresa tenemos una pata metida en la Universidad, pero no es lo habitual. La empresa está pendiente de resolver problemas comerciales y no basa la competitividad en la solución de problemas técnicos que se sitúan en la frontera de lo que está haciendo cada sector. Las innovaciones de nuestro entorno son muy organizativas y comerciales y tienen poco de producto y proceso. Mientras no se acometa una innovación de producto y proceso amplia, las tesis doctorales en escuelas técnicas será complicado hacerlas. Mi caso es peculiar, al ser profesor asociado, y mantener una vocación docente.
-¿Por qué es importante para una empresa contar con empleados doctorados?
-El doctorado aquí en España no tiene la misma valoración que en el resto del mundo, donde no es lo mismo ser licenciado que doctorado. La acepción es muy diferente. Y por otro lado, si participas en proyecto de I+D, ya tiene otra connotación pecuniaria. Un doctor puede imputar gastos superiores a los de todas las convocatorias europeas en horas de dedicación y costes. Y la imagen que ofrece uno siendo doctor o licenciado es diferente.
-¿Le da un valor añadido a la empresa?
-Sí, pero también hay que saber capitalizarlo. Tienes que moverte en el mercado donde se valore eso, pero si lo sabes hacer será muy interesante.
-¿Qué ventajas competitivas ofrece un doctorado en la investigación?
-El hecho de estar en proyectos de más valor añadido. Si tienes gente capaz de acometer investigaciones industriales puedes coger uno de sus problemas, que todavía no está resuelto, o que son muy incipiente, y saber darle una solución desde la empresa. Esa es la solución aplicada que hablábamos. Hace falta estar preparado y formado en esa forma de pensar, y que no se le haga ascos a los problemas de investigación que a veces resultan ingratos porque no acaban de salir.
-¿Cómo valora el papel que juega la universidad en el proceso formativo?
-El campus de Gijón tiene un papel muy importante. Nuestro entorno es de pymes y micropymes, no de grandísimas empresas. Este campus sí que trabaja con ellas. Pero la orientación que hay en Oviedo y con el actual equipo rectoral digamos que es científica y no tan aplicada. La Universidad de Oviedo necesita darse cuenta que trabaja en un entorno que no puede obviar que los alumnos van a salir a trabajar y necesitan adaptarse a ese entorno. La Universidad tiene que intentar que sean útiles para las empresas lo antes posible y darse cuenta que las necesidades de nuestro tejido empresarial, muy basado en pymes, no son las mismas que las de otras que trabajan con multinacionales que tienen más fuerza que los propios estados. Quizás tenemos una Universidad muy gestionada desde el ámbito científico que necesita una profunda renovación.
-¿Qué soluciones plantearía a a corto plazo?
-Un nuevo equipo rectoral con una vocación más de hablar hacia el entorno y no de mirarse tan hacia dentro. Hay cuestiones absurdas en esta universidad como que se está cerrando para ahorrar. Si siguiéramos así podría llevarlo al absurdo y decir que la cerrasen entera porque se ahorrarían mucho. La solución a la crisis y a los problemas que tenemos todas las empresas ha sido muy reduccionista, muy poco hacia adelante y muy poco creativa. La medida más fácil a tomar es contar con un nuevo equipo rectoral, la universidad es una sociedad de derecho, donde si alguien entra cuatro años no lo saca nadie ni con un aguarrás.
-¿Qué suponen los estudios de su tesis "No lineadas térmicas y estructurales en ingeniería de la construcción"?
-Normalmente todas las fórmulas en cualquier rama de ingeniería están dentro de lo que llamamos rango de proporcionalidad, doble, cuádruple o lo que sea. Pero sucede que en ocasiones en la naturaleza no se comportan así y lo hacen sin responder a la proporcionalidad. Saber gestionar, a nivel de proyecto, todas esas no linealidades puede aportar ventajas al diseño para tener productos mucho mejores, más robustos, menos insensibles a las variaciones de las condiciones que utilizas para diseñarlos, y también un coste menor.
-¿Qué beneficios ofrece?
-Desde un elemento que sirve para parar los impactos contra las bases de las estanterías metálicas, como un parapeto metálico, que cuando sufre un impacto se ve muy deformado. Hasta cuestiones de tabiquería, de cerramientos, de hormigones ligeros tanto en el exterior como en el interior. El gran beneficio es que consigues encontrar una solución óptima sin dejar que cumpla todos los requisitos para tener un producto en el mercado, y sin encarecerlos por aprovechar ese componente especial.
-¿Cuál es la línea de trabajo que lleva a cabo en AST Ingeniería?
-Lo llamamos ingeniería de simulación y ensayo. Es nuestra base de trabajo. De alguna manera que cuando quieres descubrir algo nuevo básicamente se investiga en el laboratorio y se van haciendo pruebas, que en realidad hoy en día son bastante posibles de hacer en el ordenador. Los ensayos son para calibrar los modelos de simulación de tal manera que un elemento que se rompe en unas determinadas circunstancias se investigan nuevas condiciones en las que no llega a romperse. No es necesario bajar al laboratorio para romper cosas, se pueden hacer desde el ordenador, y eso avance es la simulación numérica aplicada.
