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FEE REEGA | Cantante alemana afincada en Asturias

"Ahora expreso lo que quiero sin miedo a que me juzguen, porque el temor domina la vida"

"En Gijón tengo pareja, tres compañeros de piso, músicos y amigos muy buenos que me hacen sentir en el mejor momento"

La cantante alemana Fee Reega, en Casa Manuela de Gijón. JUAN PLAZA

La armó con Nacho Vegas el jueves en Barcelona, desafiando a los patrocinadores del concierto con un vídeo de denuncia, pero, sin llegar a eso, la primera vez que se la ve cantar -sirva el clip de "El hombre que fuma heroína" o "Casi todos los caníbales"-, hace falta dejar pasar unos minutos para recuperar el sosiego. Al entrevistarla, Fee Reega es una alemana de 27 años, bienhumorada, lista, que se muere de risa. Lleva casi 5 años en Asturias, uno en Cimadevilla (Gijón), donde tiene...

-Pareja, tres compañeros de piso, amigos y músicos muy buenos. Me siento muy fuerte y animada. Es así todos los inicios de año, pero también me encuentro en el mejor momento de ánimo de mi vida, comiendo de lo que hago y rodeada de gente especial.

-No siempre ha sido así.

-En mi primera adolescencia empecé a buscar lo marginal, elaboré mucha rebeldía y no ha desaparecido. Entonces vivía en Balingen, 30.000 habitantes, en el sur de Alemania, una ciudad guapa, limpia, con algunas casas góticas, que me resultaba una cárcel, un mundo muy reducido, convencional y con poca gente que se saliera de la norma.

Es la segunda de 6 hermanos. Su padre tiene una librería pequeña en la que ella trabajó. De padres divorciados, vivía con su madre. Su padrastro es psiquiatra.

-Él estaba terminando su carrera, mi madre era su secretaria, veía sus libros, se hablaba mucho de psiquiatría y yo, desde los 16 años, también transcribía informes y le preguntaba mucho. Empecé a apuntar mis sueños y eso influye en lo que escribo ahora.

-¿Quería ser artista?

-En mi pueblo, si dices que quieres ser artista eres un pringado. En Alemania los artistas son profesores. Mis padres son abiertos y había discos en casa, pero les costaba y les cuesta entender que viva de la música.

A los 18 años, en Berlín, descubrió lo amplio que puede ser el mundo creativo viviendo en total libertad. Estudió Ciencia Cultural, un grado de 4 años, sobre todo Literatura. Se pagaba la carrera trabajando en cosas diferentes para parecerse a los autores que le gustaban y que se habían buscado la vida en empleos duros. Dobló mapas en una editorial y pasó muchas noches en la compañía de trenes y tranvías haciendo encuestas y cuentas de quién entraba y salía. Sus compañeros eran jubilados, muchos de la República Democrática Alemana.

-¿Estudiaba?

-Hice lo que tuve que hacer, pero estudiaba más en la vida que en la Universidad. Fui a muchísimos conciertos, dediqué mucho tiempo a escribir y pintar. Monté conciertos para otros músicos y me di cuenta de que la forma más directa de comunicar con alguien lo que escribes es en un escenario. En ese ambiente, perdí el miedo a la gente y a actuar, empecé a tocar la guitarra sobre la marcha y aprendí por mi cuenta.

-¿Cómo?

-Hice conciertos con tres acordes. Siempre me gustó cantar. Aprendí actuando. Si escucho mis primeras grabaciones, mi voz es muy diferente. Estudiaré canto para mejorar la técnica, pero lo más importante para mí es que suene natural y honesto. Con frecuencia, la voces femeninas me parecen muy estudiadas y con poco corazón. Quería hacer algo propio y verdadero, y luego mejorar para que suene más armónico.

-¿Cómo llegó a Madrid?

-Por una beca Erasmus, en 2011. Una aventura: no conocía a nadie, sabía un poco de español y quería aprenderlo bien. No busqué en Google, cogí un piso cerca del Reina Sofía sin saber dónde quedaba. En la primera semana conocí gente que me ofreció hacer un concierto.

-¿Y cómo le fue?

-Flipaban. En Berlín, textos que creía llenos de humor eran considerados tristes. En España parecían demasiado cómicos. En Alemania hay más respeto a la actuación. Aquí un concierto es algo que se celebra. Allí tocaba para gente de 40 años, aquí de todas las edades. Ver a la gente divertirse me dio confianza.

-¿Por qué llegó a Asturias?

-Por amor. En Madrid conocí a Pablo und Destruktion. Nos casamos en 2014 y nos duró un año. En poco tiempo pasé de Berlín a Morvís, una aldea de tres casas en Villaviciosa. Vine con algo de miedo, pero tuve un año muy productivo. Dos capitales dan mucha inspiración, pero poco tiempo para producir. En Morvís me levantaba por la mañana y tenía 12 horas para pintar, grabar un disco...

-¿Por qué se ha quedado?

-Por la música. La escena española me ha acogido bien. Pasé dos años en Oviedo, en Vallobín. Estuve uno en la Escuela de Arte, haciendo Ilustración, aunque no pude terminar: daba clases de alemán, daba conciertos y la escuela exigía presencia y deberes.

Tiene banda en Gijón y en Madrid, "Captains". Da 90 conciertos anuales por España, Alemania, Inglaterra Austria, Suiza; canta en español, alemán e inglés y algo en ruso, idioma que está estudiando. En 7 años ha compuesto muchas canciones. No le cuesta.

-¿Por qué su perturbar?

-Me interesan los artistas que provocan e intentan encontrar algo nuevo. Me gusta ir a concierto difíciles de entender porque llegas a algo más.

-Pone cara seria en las fotos, parece siniestra actuando, pero hablando suena a campanillas.

-Tengo las dos partes, y el contraste se proyecta en la forma de ser y en la obra. Desconcertar me parecía más interesante. Quería que la gente no supiera de qué se trataba.

-¿De qué se trata usted?

-De quitar los bordes, trabajar libre y no tener miedo. Me acerco a lo que quiero hacer. Quería ser punki en el escenario: lo fui en las letras y ahora lo soy en los directos. Expreso mejor lo que quiero, sin miedo a que me juzguen, aunque lo oiga mi familia, mi novio, mis amigos, y eso es difícil en las letras personales, a veces biográficas.

-¿Por qué tanto miedo?

-Soy de las personas que menos miedo tienen. El miedo domina la vida diaria, en la política, en la vida de la gente.

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