La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El caluroso invierno reduce a mínimos la llegada de las aves migratorias habituales

"Faltan especies típicas como patos colorados y cuchara, anátidas o porrones", advierte el Colectivo Ornitológico Carbayera del Tragamón

Los miembros del Colectivo Ornitológico Carbayera del Tragamón, durante una salida para realizar avistamientos en San Andrés de los Tacones.

El mes pasado fue el diciembre más caluroso en Asturias desde hace cuatro décadas. En Gijón se registró una media de 14,7 grados, una cifra inigualable desde que se recogen datos de temperatura desde el año 2002. Esta situación, que se extiende a otros puntos del planeta, ha provocado un cambio en el flujo de aves migratorias. El retraso en la llegada del invierno ha afectado al avistamiento de aves en la ciudad. Desde el Colectivo Ornitológico Carbayera del Tragamón calculan que apenas un 15% de las aves migratorias que se pueden avistar a estas alturas del año han llegado a la ciudad.

"Estamos viviendo un invierno flojo. No estuvo haciendo muy mal tiempo y los avistamientos son escasos. No se han movido muchas aves porque si tienen alimentos en su zona habitual no se desplazan", explica el presidente del colectivo, Amador Vázquez, que enumera algunas de las especies habituales que aún no se han presentado en la ciudad: "Faltan un montón de anátidas, patos colorados, patos cucharas o porrones europeo y moñudo".

Lo que sí han podido apreciar en los emplazamientos gijoneses, como el embalse de San Andrés de los Tacones, son algunas aves inusuales. "Hemos visto ánsares nivales, un cisne cantor o aves del ártico que han recalado por aquí estas fechas debido a los temporales de Inglaterra", señala Vázquez, que explica sobre los ánsares nivales que "son una especie que no se suele ver. Ha sido un avistamiento especial porque no están anillados. Son salvajes y vienen de Groenlandia, en el Ártico canadiense".

Cada año, con los movimientos migratorios, se pueden observan cerca de medio centenar de especies exóticas en Gijón. Aprovechan el movimiento migratorio del norte al sur de Europa, y con una parada en la zona del Cantábrico, antes de poner rumbo al continente africano.

En Gijón, los mejores lugares para disfrutar de estos avistamientos son el embalse de San Andrés de los Tacones y la zona del pedrero. Aunque el Colectivo Ornitológico Carbayera del Tragamón también realiza observaciones de todo tipo de fauna en otros espacios como la charca del Museo del Pueblu d'Asturies o el Jardín Botánico.

"Para observar fauna hay que tener un poco de afición. Conocer lo que se observa porque eso te facilitará el acercamiento y saber dónde situarse. Para las aves hay que tener paciencia, dedicar mucho tiempo y acostumbrar la vista a ver los rastros. A veces pasamos y no nos fijamos. Y en Gijón tenemos un montón de sendas urbanas y periurbanas que son una manera fácil de acercarse a las aves, al igual que el litoral o toda la red fluvial", comenta un Vázquez, un estudioso que ha notado una disminución de aves en los últimos años de forma regular: "Ha menguado el paso de anátidas. Los expertos lo achacan a las subidas de temperatura. El descenso migratorio en el invierno sí se ha notado en el último lustro. No existe esa necesidad de moverse tanto".

En espacios con la charca del Muséu del Pueblu d'Asturies, en La Güelga, organizan de forma periódica actividades para disfrutar de algunas de las aves relacionadas con el agua que son habituales de este espacio. "Se ven garzas, garzetas, patos o el martín pescador", comenta Amador Vázquez. Además también destaca que en el Jardín Botánico cuentan con cámaras de seguimiento para apreciar la fauna nocturna, con un infarrojo y sensor movimiento, que permite identificar especies de mamíferos diferente a los que les sacan vídeos y fotos. "Se pueden ver corzos, jabalís, jinetas, garduñas, zorros o tejones. Aquí, como nota curiosa, destaca la presencia de una hembra de corzo especial que lleva viniendo varios años de continuo. O una pareja de garduñas, una jineta y un tejón que vemos con frecuencia".

Para las aves, los pedreros son el lugar por excelencia para sus avistamientos, pero desde el Colectivo Ornitológico Carbayera del Tragamón se pide mayor protección a este espacio. "Hay mucha gente que baja con los perros a la playa y eso influye para que se vayan. Hay que darle una pequeña protección al pedrero, con cartelería, información y zonas protegidas", reivindica.

Compartir el artículo

stats