Raquel Alonso Álvarez, profesora de Historia Medieval de la Universidad de Oviedo, pronunció ayer en el Club de LA NUEVA ESPAÑA, la conferencia titulada "Las reliquias de la Cámara Santa", ante un público muy numeroso. Dijo, al iniciar la sesión que pese a ser gijonesa y vivir en Gijón tenía muy pocas oportunidades de participar en la vida cultural de su ciudad, por lo tanto estaba contentísima. Adelantó que no sólo iba a exponer las conclusiones de sus estudios, sino los cauces que como historiadora había seguido para Llegar a ellas.

Tras explicar el origen del culto a las reliquias, se refirió a cómo eran situadas en un hueco bajo la tabla del altar mayor. La devoción a las reliquias proviene del siglo IV, pero gran parte de ellas se perdieron en la destrucción de iglesias y monasterios debido a las continuas guerras. Es a partir del siglo XI cuando resurge este culto. Según sostenía el Obispo Pelayo, un grupo de apóstoles, antes de abandonar Jerusalén recogieron en una caja varios objetos que habían pertenecido a Jesús. El relicario llega a Toledo y desde ahí se traslada a Oviedo para ser depositado en el Arca Santa. Otras versión asegura que lo trajeron los ángeles. Son historias que no tienen verosimilitud pero que son bonitas, según manifestó Raquel Alonso.

Hay documentos de los años 975, 1006 y 1044 que acreditan que las reliquias están depositadas en la iglesia de San Salvador de Oviedo. En la cuaresma de 1075 el Obispo Pelayo abre el Arca Santa en presencia del Rey Alfonso VI, levantándose acta del acontecimiento, a la vez que recoge una relación de los objetos depositados en su interior. Sin duda esto supuso un gran atractivo para los peregrinos que iban a Santiago. Respecto al Arca Santa, Raquel Alonso cree que procede de un altar, dadas sus dimensiones, y como prueba expuso en pantalla arcas similares que se conservan en diversas catedrales. Hay una carta de Osmundo de Astorga a Ida de Boulogne, a finales del siglo XI que hace referencia al Arca Santa. La leyenda dice que cuando se abrió se produjo una luz cegadora que quito la vista a los asistentes, y que al cerrarla de nuevo estos recuperaron la visión. Lo que no se ha podido certificar es el valor de las reliquias que contiene, leche de la Virgen, restos de vestidos, de sandalias... Una parte del clero creía que eran verdaderas, pero de cualquier modo lo importante es la devoción que se crea a su alrededor, concluyó la profesora Alonso.