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Menudo pájaro

Un periquito del criador gijonés Pablo Pandiello se alza con el tercer puesto en el Campeonato del Mundo de ornitología

El ejemplar ganador, un macho pío dominante azul. MARCOS LEÓN

Es "un vicio" y un mundo tan competitivo como el fútbol "o más". El gijonés Pablo Pandiello lleva desde el año 2003 dedicado a la cría de periquitos, y ha descubierto, además de una afición "que engancha muchísimo", un mundo "lleno de secreto, en el que los criadores trabajan con mucho celo para conseguir los mejores ejemplares". Él ha conseguido muy buenos resultados en poco tiempo: acaba de presentarse al Campeonato Mundial de Ornitología celebrado hace unos días en Portugal por primera vez y ha quedado tercero con uno de sus ejemplares, en un certamen al que concurrieron 21.883 aves.

Una marca que "para mí es como si me hubiera tocado la lotería", porque "es una afición a la que dedico muchas horas y que requiere mucho esfuerzo", explica Pandiello, que tiene en la actualidad unos 200 ejemplares en un bajo en el barrio de Pumarín. "Llegamos a tener unos 320 pero era demasiado, ahora estamos en unas 28 parejas criadoras y es ya mucho trabajo".

Porque hay que cebar, darles agua, limpiarlos y depilarlos para conseguir el ejemplar perfecto. "Con una pinza se les quitan las plumas que sobran", explica Pandiello, quien ha quedado tercero en el mundial con un ejemplar de periquito australiano de la mutación pío dominante azul. Una de las muchísimas variedades que existen y en las que el gijonés trabaja desde hace años "cruzando y volviendo a cruzar para conseguir el ejemplar perfecto". Esto es, el que tenga el tamaño (18 centímetros de largo) y la talla adecuada, con colores puros y seis "spots", lunares negros en el pecho, lo más simétricos posible.

Todas estas cualidades las reúne su pájaro, que se ha hecho un hueco en el "top ten" de las aves del mundo. Pero no sólo él. Porque Pablo Pandiello ha acudido a otros dos concursos: un regional en Santander en el que se llevó el primer premio y otro concurso internacional en el que se coronó como criador con más premios, con un total de doce medallas, con ejemplares australianos e ingleses "mucho más delicados".

Es un trabajo constante y concienzudo, porque "hay que estar al tanto del celo de los pájaros, de que críen y de que las crías sean buenas", y no siempre los resultados son los apetecidos. "Te llevas muchos sinsabores cuando los pollos nacen mal o se mueren", explica. Así que los buenos ejemplares cotizan al alza: "un macho criador de la variedad australiana cotizaba hace dos días en Portugal unos 3.000 euros".

A punto de convertirse en juez de periquitos, Pablo Pandiello lo tiene claro. "Seguiré en esto, merece la pena aunque perdamos dinero".

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