La llegada de alumnos inmigrantes a las aulas, a principios de los años noventa, fue el desafío que estimuló a un grupo de inconformistas docentes de la región a constituirse como plataforma de reflexión crítica en torno a la educación. "Deseábamos ofrecerles una acogida y enseñanza adecuadas a sus necesidades", cuentan. Pero se vieron sin formación ni experiencia. Y vislumbraron que sin el esfuerzo personal en las aulas por fomentar la integración y la igualdad, la intolerancia y el racismo tenían su caldo de cultivo.

Dos décadas después, con el mismo espíritu, más canas, alguna dolorosa ausencia y alguna cara renovada, el Grupo Eleuterio Quintanilla de Educación Intercultural sigue en activo y trabajando -sin remuneración, como no la tuvieron nunca- para dar respuesta a algunos de los muchos retos que se plantean en las aulas. Aquel esfuerzo inicial por los inmigrantes sigue en vigor aunque "se ha complementado con propuestas de atención al conjunto del alumnado que debe adquirir conocimientos, habilidades y juicio moral para convivir en la diversidad", explican.

Fruto de esa continuidad en el trabajo, los "herederos" nominales de quien fuera destacado anarquista gijonés, gran pedagogo y director de la Escuela Neutra Graduada, Eleuterio Quintanilla, llevan quince publicaciones editadas. Empezando por "Materiales para una educación antirracista" y acabando por el vídeo y cd-rom dirigido por Maxi Rodríguez y realizado por Javier Lueje el pasado año, titulado "Amath Ba", que recoge la vida de un zapatero procedente de Senegal y afincado en El Llano. Muchas de esas aportaciones -baste citar sólo sus trabajos y exposiciones en torno al Holocausto, con gran recorrido por todo el país- son material de referencia para quienes trabajan en la educación intercultural en España.

El grupo aún tiene carrete. Ideas les sobran y fuerza crítica. En la actualidad han extendido sus ocupaciones y preocupaciones a otras dos realidades que ya les tienen trabajando: los refugiados y el efecto de la crisis económica en las familias y el alumnado. Hace poco más de una semana en el Antiguo Instituto tenía lugar su última reunión de trabajo. Estaban convocados Rosa Calvo, Chema Castiello, Ana Ceballos, Ana Gloria Corte, Yolanda Díaz, Conchita Francos Maldonado, Fernando Gallego, Isabel Hevia, Adelina Lena, Juana Lobo, María Jesús López Campo, María Jesús Llorente, Idoya Martínez, Manuel Juan Martínez, Juan Nicieza, Lucía Nosti, Cristina Pérez, Casimiro Rodríguez y María Verdeja, actuales integrantes del grupo, docentes de perfiles tan variados como los campos donde desarrollan su trabajo: Primaria, Secundaria, Adultos y Universidad.

También a ellos, como sección de enseñanza vinculada al Ateneo Obrero de Gijón, se debe en buena medida la programación de actos que se están desarrollando -en colaboración con el Aula Popular José Luis García Rúa y de la Sociedad Cultural Gesto- con motivo del 50 aniversario de la muerte en el exilio francés de Eleuterio Quintanilla. Precisamente "rendir memoria" ha sido ahora -como lo fue en 1994 con al creación del grupo y la elección del nombre- el interés de estos docentes. Era y es su homenaje "a un maestro gijonés, republicano, anarquista, director de la Escuela Neutra y exiliado en Francia". Advierten que "lejos de vincularnos con ello a la escuela racionalista del primer tercio del siglo XX, o de suscribir un ideario ácrata, nuestra pretensión era recordar a quienes en el pasado albergaron la esperanza de un mundo más justo e igualitario".

Eleuterio Quintanilla, reconocido -en unas palabras que él mismo dejó escritas- como un hombre "preocupado, sobre todo, por la instrucción de los niños y jóvenes en los puros principios de la moral universal, común a todas las religiones positivas, así como de la civilidad consciente, que algún día unirán a los seres humanos en la convivencia pacífica, la tolerancia recíproca y la mutua comprensión, conduciéndola hacia la paz, la justicia y la libertad social verdadera y fecunda", no podría haber deseado otros herederos.