Anoche, Óliver Díaz volvió donde solía convertido en una estrella.. Se lo merecía después de haber salido de su ciudad con la pena de ver desbaratado todo su trabajo con la Orquesta Sinfónica de Gijón. No hay mal que por bien no venga. Hoy es nada menos que director titular del Teatro de la Zarzuela de Madrid. Un triunfador que ha sido y es invitado para dirigir las orquestas más célebres del mundo. Le recuerdo cuando era un chico con coleta, luchador, enamorado de la música; han pasado muchas partituras bajo el puente, muchos trabajo sin levantar nunca el pie del acelerador de las ilusiones. Dará que hablar con su pinta de actor de cine; véanlo, si no, en la fotografía del programa de mano, guapo, guapo.

Patrocinado por LA NUEVA ESPAÑA, y ante un público que faltó muy poco para que llenara la sala, Oliver Díaz se enfrentó a la OSPA, y a un programa compuesto por autores del siglo XX, todos serios, reconocidos y preciosistas, encabezado por el francés Erik Satie y su obra "Jack in the Box". Un trabajo de gran valor estético, sencillo y al mismo tiempo alegre y expresivo. Viendo a Oliver Díaz dirigirlo, su estilo, me vino a la cabeza Messi. Ahí estás, me dije. No pierde un balón, se multiplica su mente en filigranas para hacer una tarea perfecta. Y los goles entran, convertidos en vaselinas, en la portería del alma de la audiencia.

El compositor cubano Flores Chaviano firmaba el Concierto nº2, para cuarteto de guitarra y orquesta, en tres movimientos. Una obra genial, rítmica, donde se disfrutan los aires caribeños. El inicio de laúd no hace sospechar la fiesta que habrá después. El conjunto EntreQuatre, cuatro guitarras, se sumó a la orquesta dando un resultado sorprendente. Este concierto ha sido su modo de celebrar los treinta años de vida profesional de EntreQuatre, una agrupación nacida en Asturias.

Una obra del finlandés Jean Sibelius, el músico más importante que ha dado ese país nórdico , sirvió para cerrar el programa con la Sinfonía nº2 en re mayor. Un alarde de pasión y patriotismo, en que hasta se puede respirar los distintos estados de ánimo por los que pasa el autor; la rebeldía ante el dominio soviético, la organización de un plan de resistencia, y por fin la victoria.