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¿Qué pinta el arte joven asturiano?

El Museo Barjola inauguró ayer "Artistas y derivados", exposición que reúne a diez creadores nacidos en la década de los ochenta e investiga en su peripecia vital

De izquierda a derecha y de arriba abajo, Nieves González, Iván Baizán, Mariana Heredia, Pablo Pons, Liana Montserrat, Tamara Norniella, Juan Falcón, Helena Toraño, Tania Blanco, María Martínez, Ana González y Álvaro Díaz, ayer, en el Museo Barjola, antes de la inauguración de la exposición. JUAN PLAZA

Son artistas nacidos en la década de los ochenta, que tienen entre 25 y 35 años. Asturianos de una generación que aún se pregunta y sufre por los significados de una crisis -la que estalló en Estados Unidos en 2007 y empezó a devorar a algunas de las economías europeas en 2008, entre ellas la española- con la que muchas cosas han cambiado. Seis mujeres (Helena Toraño, Tamara Norniella, Tania Blanco, Nieves González y Mariana Heredia) y cuatro hombres (Iván Baizán, Álvaro Díaz, Juan Falcón y Pablo Pons) que han reunido en "Artistas y derivados. Estrategias de una generación en busca de (1980-1989)" un total de cincuenta y siete piezas que ofrecen un acercamiento a algunos de los más jóvenes y destacados creadores asturianos. La exposición, comisariada por María Martínez y Ana González, coetáneas de los autores seleccionados y licenciadas en Historia del Arte, se inauguró ayer en el Museo Barjola.

"La muestra surge de las muchas preguntas que nos hacemos sobre esta generación joven, sobre sus circunstancias, del contexto a la clase social, o cómo se puede seguir haciendo arte ahora", explica Ana González". Las comisarias han empleado siete meses en elaborar una propuesta, asentada sobre un amplio trabajo documental -incluidas las entrevistas con los artistas-, que han recogido en un vídeo que el público visionar en el Barjola.

La conclusión, según las dos comisarias, es que estos jóvenes artistas asturianos afrontan la creación desde un ángulo angosto, en un marco social en el que cada vez resulta más difícil ganarse la vida (trabajos precarios, caída de los salarios...) y que condiciona a su vez las bases materiales del trabajo artístico.

"Todo eso se refleja muchas veces en sus obras, hay denuncia", indica Ana González. ¿Y hay diferencias entre estos jóvenes artistas asturianos y los de otras comunidades o países? "Aunque el medio condiciona, el panorama artístico es hoy bastante global", responde. ¿Y la deriva? "Algunos de ellos seguirán adelante y otros no podrán", dice María Martínez.

Ambas comisarias, muy preocupadas por los escollos que los artistas encuentran en sus relaciones con su medio socioeconómico, creen que Internet permite una cierta democratización del conocimiento de los procesos artísticos ("de la obra y quién la crea", explica María Martínez) mediante la traducción de los "lenguajes académicos". Quieren debatir en el Barjola, en los próximos días, los planteamientos de "Artistas y derivados". La muestra estará en el museo gijonés dos meses y se quiere acercar al público las creaciones de los jóvenes artistas asturianos.

En la selección de estos autores y no otros han intervenido distintos factores, aunque todos tienen detrás una trayectoria y algunos son incluso bastante conocidos por los aficionados. Hay variedad de estilos y técnicas, del óleo a la instalación.

Iván Baizán (1980) ofrece el lienzo "En tránsito", una de sus últimas piezas y fruto de una "etapa lúcida", en palabras de Ana González. Álvaro Díaz (1981), artista que incorpora líneas expresivas del mundo del diseño, cuelga el acrílico sobre lienzo "Creo que va a empezar a llover". Helena Toraño (1984) oscurece en "Demasiado sospechoso" su conocido estilo. Juan Falcón (1985) expone en óleo sobre lienzo "La semilla", donde da entrada a un creciente despojamiento compositivo. Para Ana González, Tamara Norniella (1986) plantea en "La dislocación del yo" (serigrafía y "collage" sobre papel) una reflexión sobre la identidad en una pieza que tiene también algo de instalación.

Pablo Pons (1987) ha hecho una obra específica para esta muestra: "Sea punks girls hope", con técnica mixta sobre lienzo, y "Energy Dream", una pieza resuelta con distintos materiales. Ana González indica que hay en el trabajo de Pons una "confrontación" con la infancia y el pasado. En "Rompecabezas", fotografía digital troquelada a mano, Tania Blanco (1987) vuelca sus experiencias dublinesas a partir de un tema como el de la creciente movilidad geográfica y laboral de los jóvenes.

"Artista de lenguaje directo, algo punk". Así describe María Martínez la pieza "Sweet girls", con el que Nieves González (1988) concurre a esta muestra, y que la comisaria considera como un "bodegón del pudor femenino". Mariana Heredia (1988) ha optado por la instalación "Partículas en masas", donde da cabida a diversos objetos encontrados, además de un libro de artista, que pueden entenderse como el resumen biográfico de una autora a caballo entre Gijón y la ciudad alemana de Kassel. Por su parte, Lina Montserrat (1989) traduce en sus fotografías un lenguaje muy personal y simbólico.

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