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Mirando la estatua de Jovellanos

El 6 de agosto se cumple el 125.º aniversario de la inauguración de la efigie del prócer gijonés, acto que contó con notables celebraciones

Un operario municipal realiza trabajos de limpieza en la estatua de Jovellanos, en la gijonesa plaza del Seis de Agosto. ÁNGEL GONZÁLEZ

El 6 de agosto se cumplirá el CXXV aniversario de la inauguración de la Estatua de Jovellanos y con ello el de una efeméride local que marcó un antes y un después en las celebraciones veraniegas y festivas de Gijón. Nunca hasta entonces se había visto el llugarín tan concurrido y gallasperu, tan en fiesta y bullicioso. Hubo lo nunca visto, un sin número de festejos: iluminaciones, conciertos, bailes, combates navales, toros, juegos acuáticos, regatas y cucañas, etc. etc., e incluso se estrenó una canción a Jovellanos en el momento de descubrir la estatua, letra del Vizconde de Campogrande y música de Emilio Arrieta que se la dedicó a Fernández Vallín, el mantenedor y "sponsor" de todos aquellos eventos.

Por eso nos hemos acercado a mirar el monumento y percibir en los múltiples detalles que lo conforman los ecos del pasado. Allí está en el bronce grabado el nombre del escultor, M. Fuxa, que lo está también en el rótulo de metacrilato que viene a servir de presentación de la plaza al forastero. (Por cierto, a nuestro parecer no muy acertadamente; un escultor no "levanta" una estatua, la realiza, y menos en un día. Si había que resaltar el hecho de haber "levantado" o "erigido" la estatua, porque no fue poca cosa aquella empresa, entonces habría que nombrar a Fernández Vallín, aunque sin dejar por eso -claro está- de nombrar al escultor).

También figura grabado en la base del bronce la fábrica que lo fundió, Federico Masriera y Cia., de Barcelona, la misma que fundirá la estatua de Velázquez del Museo del Prado. Probablemente -no lo sabemos de cierto- sería el mismo fundidor quien hizo las artísticas letras del nombre de Jovellanos, mínima expresión a que quedó reducida la que se suponía iba a ser una elegante frase de la Academia Española, pero, en verdad, así sin más lo dice todo. Y suponemos que la misma empresa haría también la inscripción trasera, donde figura la fecha de la inauguración.

Fecha que la estatua extendió con su sombra a la plaza misma, llamándose plaza del Seis de Agosto la que era plaza del Infante. Porque aunque es el día en que Jovellanos regresó a su villa natal tras el destierro y su paso por la Junta Central, siendo recibido y agasajado por sus paisanos con extraordinarias y calurosas manifestaciones de júbilo, es lo cierto, como dice Luis Miguel Piñera, el mayor conocedor de las calles y plazas de Gijón, que el nombre se puso con motivo de la erección de la estatua. Es más, probablemente no celebraríamos hoy el Seis de Agosto, si no fuera porque ese día se inauguró la estatua.

Hay en ella algunos detalles pequeños que pueden pasar desapercibidos como ese dígito que falta en la inscripción que colocó a los pies de Jovino la "Sociedad Jovellanos de alumnos del Centro Asturiano de La Habana". Casi puede llegar a confundirnos y hacernos pensar que fuera un "6", que ha caído por el roer del tiempo o la erosión del cielo: los mismos que han hecho derretirse el mármol de los capiteles del pedestal. Pero nunca se puso el día a ese "agosto"; será la única inscripción que no se inaugure un 6 de agosto.

Constituían la Sociedad Jovellanos los alumnos de las escuelas del Centro Asturiano de La Habana, una de las más importantes labores de los asturianos de América. A principios de agosto de 1925 la sociedad manifestaba su deseo de colocar una placa y una corona de flores dando al acto la mayor solemnidad. La idea fue muy bien acogida y la placa entregada e incluso, tal vez, se pusiera entonces aguardando el día de la solemne inauguración. Pasó el tiempo y se pensó en el 12 de octubre, en que se celebraba la llamada Fiesta de la Raza. Pero el intento volvió a fallar. Por fin, el 27 de noviembre, fecha jovellanista, CXIV aniversario de la muerte de Jovellanos, fue inaugurada solemnemente. Aquella mañana los estudiantes de Gijón no tuvieron clase. Allí se reunió la Atenas Gijonesa: los alumnos del Instituto, de la Escuela de Comercio y de la Escuela de Industrias.

Así pues, la estatua está impregnada de la brisa que trae la Mar Océana, la que impregna a "Gijón y los pueblos de habla hispana", los que "levantaron este monumento bajo la dirección y desvelo" de Hilario Nava y Acisclo Fernández Vallín, según reza la inscripción de su costado derecho. El 6 de agosto de 1992 (el año que viene se cumplirán los veinticinco) se inauguraron las inscripciones laterales. Nuestra estatua había celebrado su centenario (año 1991) tendida en el parque de bomberos esperando ser colocada al finalizar las obras del aparcamiento y remodelación de la plaza. Al año siguiente, una vez puesta en su nuevo asentamiento, en la fecha ya memorable, se inauguraron las obras en un acto solemne pero sencillo en que el alcalde, Vicente Álvarez Areces, leyó las nuevas inscripciones que lucía el monumento. En el costado izquierdo, donde figuran los que fueron apoyo y consuelo de Jovino, hay una ausencia importante, la de Martínez Marina, a quien "el amo" le proporcionó un maestro de guitarra, el que en Mallorca le escribió su diario o le pintó el cuarto de la chimenea y en Jadraque la saleta.

La estatua ha dejado también su huella. Ocurrió que cuando la Colonia Gijonesa en La Habana pudo reunir, dada la inestabilidad política del país, una importante cantidad de dinero para contribuir al monumento de Jovino, como habían hecho otras repúblicas americanas, la estatua ya estaba pagada. Decidieron entonces crear dos premios para los dos centros de enseñanza que había en Gijón, el Instituto y la Escuela de Artes y Oficios, que llevaran el nombre de sus respectivos fundadores y el de la ciudad de La Habana. Desde entonces el mejor alumno del Instituto Jovellanos ha venido recibiendo el premio "Jovellanos-Habana", hasta hace unos años en que fue sustituido por el premio "Aurelio Menéndez-Mercedes García Quintana". Por su parte, el "Fernández Vallín-Habana" dejó de darse en los años 50 en la Escuela de Trabajo (luego de Peritos), pero coincidiendo con el centenario de la Estatua, en 1991, se recuperó y hoy se da en el IES Fernández Vallín.

De entonces acá los gijoneses no celebran ningún homenaje, ninguna efeméride jovellanista si no es congregados en torno a la estatua y dejando en ella su testimonio, como hicieron el 6 de agosto de 1994 año del 250 aniversario del nacimiento de Jovino y bicentenario de la creación del Real Instituto de Náutica y Mineralogía en que el Ayuntamiento de Gijón y la Comisión Conmemorativa colocaron en ella la última de las inscripciones.

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