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Directo al corazón

"La crisis ha llevado al paro a muchos arquitectos, y a otros, a América Latina"

"Acercar la estación al centro no me parece que sea tan importante como para modificar todo el plan de vías de Gijón; y las alturas de los pisos tampoco tienen por qué dar problemas y liberarían espacio"

"La crisis ha llevado al paro a muchos arquitectos, y a otros, a América Latina"

Es proverbial que detrás de un arquitecto haya un artista, y en Antonio Hernández Rubiera se cumple esta regla con creces. Colecciona arte y es un consumado pianista. Como gran melómano permanece fiel a su localidad de la fila doce del patio de butacas del teatro Jovellanos, en citas musicales afines al clasicismo, algo que se repite en el teatro Campoamor de Oviedo con relación a la ópera. Afable y sincero, su dominio de los temas sonoros no le lleva a dogmatizar, sino que es discreto en sus juicios, como si la música formara parte de su intimidad y en consecuencia sintiera cierto recato al airearlos.

-Dígame, ¿usted quien es?

-Nací en Gijón (1956), mayor de dos hermanos. Soy introvertido, lo que me lleva a tener pocos amigos pero muy buenos. Me considero trabajador, ordenado... Dicen que tengo buen carácter, y en cuanto al sentido del humor se hace lo que se puede. Estoy soltero pero vivo en pareja y no tenemos hijos. Aurora es médica.

-¿De pequeño a qué jugaba?

-A todo lo normal, fútbol, bicicleta... Recuerdo que tuve una arquitectura de aquellas de piezas de madera pintadas de colores, pero fue un juguete más que no incidió en mi vocación.

-¿Dónde vive?

-Entre el centro de Gijón y Cabueñes, digamos que medio año en cada sitio.

-¿Cómo fue su formación?

-La inicié en el colegio Blanca Nieves de la calle Cabrales, un gran centro dirigido por Natalia Morís, que entonces tenía el estilo de la Institución Libre de Enseñanza. Posteriormente hice el Bachillerato en el colegio de La Inmaculada y Arquitectura en la escuela de Madrid.

-¿Por qué eligió esta carrera? ¿Había precedentes en su familia?

-No, ninguno, pero lo tuve claro antes de acabar el Bachillerato.

-¿Qué le parece el plan urbanístico de Carmen Moriyón?

-Cuando lo vea podré opinar. Lo interesante es que están de acuerdo todos los partidos, menos el PSOE, para sacarlo adelante. La ciudad lo necesita.

-¿Dotado de una vara mágica tiraría los edificios del Muro?

-Sí, de cuajo, para devolverle al paseo su legítima luz.

-Dicen que Feve se muere...

-Nadie hace nada para mejorarlo, incluso creo que hay algún interés en dejarlo morir. El transporte de Asturias por ferrocarril es penoso, y las carreteras están saturadas... No se entiende esta dejadez.

-¿De qué obra se siente más orgulloso?

-Tal vez de la rehabilitación del antiguo Banco de Gijón, aunque contribuimos en ella cuatro arquitectos. Y de algunas viviendas unifamiliares. La crisis nos está llevando al paro y muchos compañeros se han ido a trabajar a países de América Latina.

-¿Cómo ve el plan de vías?

-Creo que debería respetarse el proyecto que está aprobado, con todos los estudios. No me parece que acercar la estación sea tan importante como para modificar todo el plan. Hay personas que rechazan las alturas, cuando no tienen por qué traer problemas; las torres liberan mucho espacio. Desgraciadamente dudo que los responsables se pongan de acuerdo.

-¿No es una vergüenza el atasco de la Ería del Piles? ¿Que la zona más privilegiada de Gijón lleve décadas hecha una cochambre?

-Ahí ha habido mala suerte, con todo aquel lío del Casino, del Balneario... Los vecinos fueron tumbando los planes y como los tribunales les daban la razón... En la Ería del Piles hay dos zonas de actuación y parece ser que en la segunda, más próxima al Sanatorio Marítimo hay acuerdo. En cualquier caso debería estar todo en el plan de Carmen Moriyón.

-¿El colmo de un arquitecto es firmar un proyecto en Manhattan o Dubai?

-Eso, con mucha imaginación. Si no hay trabajo aquí, no estaría mal.

-¿Tampoco es de familia su gusto por la música?

-Ésta sí. Mi madre y mi tía eran muy aficionadas. En casa había un piano y yo tocaba, parece que bien. Empecé a estudiar con la profesora Pacita Puente, y seguí con sus hijas, todas pianistas. Hice la carrera al mismo tiempo que el Bachillerato, de modo que a los 17 años la había terminado. Aquí no había Conservatorio, así que la hice por libre e iba a examinarme a Oviedo. Recuerdo los nervios horribles ante el tribunal.

-¿Tiene usted un piano de cola?

-Sí, un Steinway con un sonido precioso. Está en la casa de Cabueñes; el de Gijón es de pared.

-¿Y qué toca?

-Fundamentalmente partituras de Beethoven y Chopin, y después todo lo que se me ocurre.

-¿Quién es su compositor favorito?

-Bach, Beethoven, Mozart... Por este orden y detrás todos los demás.

-¿Y en ópera?

-Ahí hay más donde elegir. Entre Verdi y Puccini me inclino por Puccini con relación a los momentos más brillantes, pero ante la obra completa Verdi es el mejor.

-¿Qué opina de la música contemporánea?

-Hasta Prokofiev la resisto, pero a partir de él... Los compositores de finales del siglo XIX me gustan mucho, Mahler, Debussy, Richard Strauss... Pero lo que hay tras la segunda Escuela de Viena, no me interesa. La música tiene que trasmitir emoción y ésta no me trasmite nada.

-¿Qué talento añadiría a su personalidad?

-El de ser un buen deportista, algo que nunca conseguí. Me interesa el deporte como espectador, así que soy socio y apasionado del Sporting.

-¿Quién ha sido su maestro?

-Julián García Fernández,el que fuera director y presidente del antiguo Banco de Gijón. Un hombre inteligente y de una integridad absoluta. Yo le admiraba.

-¿Y su político?

-Ninguno me parece sincero. Creo que hay que cambiar la Ley Electoral, e ir a una segunda vuelta para que no ocurra lo que estamos viendo.

-Si un día se perdiera...

-Que me busquen en Berlín, Londres, París, Viena... Ciudades muy musicales, pero no para quedarme. Me encanta viajar. Esta Semana Santa visitaré la región de Emilia-Romagna, tan rica en arte.

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