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Labrándose una estrella

Jesús David Castro, alumno que llegó a la cocina tras una vida profesional dedicada a la cantería, seleccionado para hacer prácticas en el restaurante de Eneko Atxa, en la élite europea

Jesús David Castro, en la Escuela de Hostelería de Gijón. JUAN PLAZA

A la hora de sentarse a comer Jesús David Castro tiene claro lo que le gusta: un buen chuletón que esté "poco hecho" a ser posible. Pero si tiene que sacar su vena profesional el gijonés cambia el "chip" y prefiere ofrecerles a sus comensales platos más elaborados. A Castro le apasiona trabajar la cocina moderna pero siempre sin olvidar "la necesaria base tradicional". Para poder modernizar sus platos este gijonés vecino de Montevil va a vivir este verano una de las mejores experiencias de su vida: Castro está a punto de incorporarse como cocinero en prácticas al restaurante Azurmendi del vasco Eneko Atxa, galardonado con tres Estrellas Michelin y considerado por los críticos gastronómicos el mejor restaurante de Europa el año pasado.

A pocos días de hacer las maletas el joven se confiesa "muy ilusionado". Castro es consciente de que el reto es mayúsculo. Allí no será fácil destacar. A pesar de todo experiencia ya tiene. Y es que no es la primera vez que Castro se enfrenta a una cocina galardonada por la prestigiosa Guía Michelin. Todo empezó hace dos años, cuando el gijonés decidió coger el delantal y comenzar a formarse en los fogones. "El primer año hice formación dual y estuve trabajando en el restaurante Arbidel de Ribadesella, premiado con una Estrella Michelin", relata orgulloso el cocinero. Fue precisamente esta primera oportunidad y su buen trabajo lo que le facilitó la entrada en el negocio de Eneko Atxa.

"Les gustó como trabajé y me recomendaron. Tengo muchas ganas de seguir formándome con los grandes", relata este aprendiz de chef para el que la cocina tiene cada vez menos secretos. Castro asegura que los fogones le "llaman" desde que era pequeño. Pero hasta que no cumplió los 27 no tuvo la oportunidad de empezar a estudiar. "Desde que era una niño siempre me gustó y empecé a practicar pero por cosas de la vida tuve que trabajar en una cantera hasta hace poco", relata. Lo de ser cantero le venía de familia pero la vida le cambió cuando pudo incorporarse por fin a la Escuela de Hostelería de Gijón. Entonces fue cuando empezó a hacer aquello que le apasionaba.

Castro confiesa que sigue los programas de televisión que han llevado a la cocina a primera línea de actualidad pero asegura que esta "fama" repentina de los cocineros también tiene su parte negativa. "A veces se hace demasiado espectáculo, pero siempre aprendes algo", argumenta. Desde luego que a él aprendizaje no le va a faltar cuando se incorpore este verano a uno de los grandes restaurantes de Europa.

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