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Pablo Rivero: "No es del todo cierto que sólo sea un escritor de la marginalidad"

El narrador gijonés habla en el Antiguo Instituto de su última novela, "Érase una vez el fin", donde hay "mucha verdad"

Pablo Rivero, ayer, con un ejemplar de su novela. MARCOS LEÓN

Al escritor gijonés Pablo Rivero (1972) le han bastado tres novelas de no mucha extensión para definir un estilo, una manera de contar. Hay quien asegura que es uno de los mejores representantes de lo que se ha llamado "literatura de barrio"; un autor que conecta con el mejor "realismo sucio", una de las grandes ramas de la actualización del naturalismo decimonónico. Acaba de publicar en Anagrama, en su prestigiosa colección Narrativas Hispánicas, "Érase una vez el fin", que presentó ayer en el Antiguo Instituto junto a Elena de Lorenzo, profesora de la Universidad de Oviedo. El novelista dijo algo importante para ilustrar a quienes tratan de etiquetar su obra como mero epítome de la exclusión social: "No es del todo cierto que sólo sea un escritor de la marginalidad".

Aviso para navegantes y lectores. Porque en la obra del autor asturiano hay muchas otras cosas que remiten, más que a la descripción de tipos desesperanzados o directamente perturbados, a toda una época económica y cultural: la suya y la nuestra. Y pone un ejemplo: "También está el retrato de una generación que no ha tenido éxito". Lo señala alguien que, además de ser escritor, músico y profesor, ha pasado por unos cuantos oficios que le han acostumbrado a mirar y escuchar sin engañarse: "Mucho de lo que hay aquí (en su obra) es verdad, trabajo de campo; la violencia está en la sociedad y nos estamos acostumbrando a que camine con nosotros".

Pablo Rivero llamó la atención de unos cuantos atentos lectores tras la publicación por la editorial gijonesa Trea de "La balada del pitbull", en el 2002. Cuatro años más tarde, bajo el mismo sello, ofreció su segunda novela, "Penúltimos ejemplares". Ayer agradeció al editor Álvaro Díaz Huici esa apuesta. Expuso, además, con cuatro trazos alguna de sus convicciones narrativas, coherentes con los espacios y personajes que el lector encuentra en sus historias: "Si describo furia y violencia, no quiero engañar a nadie". Y más: "Me baso en los personajes marginales como prisma o punto de vista".

Y qué ha pretendido con "Érase una vez el fin", novela que transcurre en Gijón, como las dos anteriores. "Narro el último estadio de un sociópata para que el lector se dé de bruces con la maldad", indicó. Fue después de dejar clara la posición literaria de la que él mismo parte: "Quienes busquen esperanza, que no lean mis libros". Nihilismo de quien vive en un país (el novelista recordó a Antonio Machado) en el que por cada español que piensa, nueve embisten.

Elena de Lorenzo, crítica siempre informada, erudita y exhaustiva, realizó por su parte un minucioso análisis de "Érase una vez el fin. En su opinión, es una digna heredera del "gran realismo". Y comparó la última novela de Pablo Rivero con la primera, "La balada del pitbull": "Es una concreción de lo enunciado allí, pero mejor". Para la profesora, el narrador gijonés ha conseguido un verosímil retrato de la "barbarie", "un croché a la mandíbula".

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