La construcción de la regasificadora de El Musel fue un proyecto impulsado públicamente por los gobiernos regionales de Vicente Álvarez Areces ya desde el año 2000, a los pocos meses de que llegara a la presidencia autonómica y varios años antes de que se anunciara la ampliación de El Musel.

La inclusión en la planificación energética nacional, necesaria para construirla, fue frenada por el Gobierno de José María Aznar, al considerarla innecesaria. Fue la llegada a la Moncloa del socialista José Luis Rodríguez Zapatero lo que cambió las tornas.

La instalación acabó de construirse en octubre de 2012, pero no entró en servicio. El PP, de nuevo en el Gobierno central, había decidido en marzo "hibernar" la planta después de que la Comisión Nacional de la Energía la considerara innecesaria y dijera que su puesta en marcha costaría 67 millones de euros al año a los consumidores. La demanda de gas había caído bruscamente en España durante los años de la crisis y en 2013 otro informe de la misma comisión estimaba que al menos hasta 2017 no será necesaria la regasificadora para el abastecimiento del mercado nacional. La alternativa que le queda para entrar en servicio es el transbordo de gas con destino final en otros países.