"El origami es una combinación entre el arte y la ingeniería, con la ciencia y la tecnología, que nos da mucho juego para el futuro para poder resolver problemas". Adrián Santos, estudiante de electrónica, ofreció una charla ayer en la Escuela Politécnica junto a Cristoffer Maciel, diseñador gráfico, dentro del ciclo dedicado a la ingeniería japonesa. "Con el doblado de papel tradicional japonés se consigue aplicaciones al mundo de la ingeniería como robots, baterías, microscopios, telescopios o incluso material quirúrgico", añadió Santos.

El principal beneficio es el abaratamiento de costes. "Nos sirve para diseñar algo en 3D trabajando previamente en 2D, que es mucho más fácil y barato, y que se puede hacer solo con una lámina y una cortadora láser. Por ejemplo, si diseñamos un robot en una lámina, luego se despliega y se convierte en el robot que queríamos", comentó Santos.

Otras dos aplicaciones del origami son las baterías plegables y los paneles solares desplegables. El primer caso servía para relojes inteligentes, ya que se pondría la batería en la correa y se doblaría el tiempo de autonomía del reloj. Y el segundo caso valdría para introducir objetos más grandes en cohetes, ya que en un primer momento irían plegados y una vez en el espacio ya se desplegarían.