Con pitidos y palmas de protesta que resonaban en el hall del hospital de la Cruz Roja de Gijón el comité de empresa y miembros de la plantilla hicieron patente ayer el reproche a la dirección del centro por la "situación límite a la que estamos sometidos desde hace tiempo". Ese límite del que hablaron los portavoces de los trabajadores tiene que ver, sostienen, con la "falta de personal y escasa sustitución que se está dando en el centro, la desaparición de ocho puestos de trabajo de auxiliar de enfermería en los últimos años fruto de la aplicación del plan de viabilidad -tras el recorte de financiación del Sespa-, la desaparición del puesto sanitario de apoyo que se encargaba del refuerzo en las plantas, la precariedad en la contratiación y los fallos organizativos reiterados". Para los trabajadores, todos los anteriores son déficits que "podrían mermar la calidad asistencial y que nos preocupan seriamente".

Respecto al hecho de que esas estrecheces en la contratación sean consecuencia directa del recorte de tarifas aplicado por el Sespa a los centros concertados hace varios años, los portavoces de la plantilla no dejan margen a la excusa: "que se arreglen con el Sespa o asuman la situación que hay creada; nos da igual cómo se afronte, pero la situación es límite y lo injusto es que se cargue todo sobre la plantilla con una carga de trabajo que empieza a ser inasumible".

Por parte de la gerencia, se trasladaban las "disculpas a los pacientes" por la situación de tensión generada, pero sin asumir que haya en estos momentos una mayor presión asistencial que genere el descontento. "Llevamos dos meses del 2016 con actividad más floja que hace un año y no ha habido recorte de personal, ni aumentos de jornada, ni recortes de sueldo, ni regulación encubierta, ni nada", sostienen desde el centro, que atribuyen la presión a la negociación del convenio colectivo.